Izaskun Duque

Terrorismo anal

«Por eso nos autoproclamamos maricas, bolleras, putas, precarias, trans, etc. y les dotamos de contenido transformador y desafiante. Sin embargo, no veo por ninguna parte que en estas canciones se realice este ejercicio subversivo.»

Tal vez el título del presente artículo lleve a muchas personas a su lectura, movidas por la curiosidad y por la sorpresa de encontrar unidos dos conceptos que para muchos rozan el antagonismo. Similar efecto causaría a la publicación en Txalaparta del libro «Pornoterrorismo» escrito por Diana Torres. Como ya explicaba Diana al inicio de su trabajo, la palabra terrorismo tiene diferentes acepciones que son utilizados según diversos intereses. Roland Barthes asigna el calificativo de terrorismo textual a la obra de Sade, Fourier y Loyola argumentando que se trata de aquellos textos capaces de «intervenir socialmente», no gracias a su popularidad o a su éxito, sino gracias a la «violencia que permite que el texto exceda las leyes de una sociedad, una ideología, o una filosofía se dan para constituir su propia inteligibilidad histórica». En definitiva, se trata de la capacidad transformadora y revolucionaria encarnada en palabras, actitudes y prácticas.

Mis reflexiones surgen inspiradas por un artículo, publicado en GARA por Xabier Silveira “Estilo Faluya” (02/08/13), indudablemente no menos polémico que el libro de Torres pero probablemente mucho más comentado. Quiero subrayar la importancia del debate que haya podido suscitar, siempre es buena la reflexión y la autocritica, de ahí que me pareciera oportuno utilizar el texto para abrir nuevos frentes de discusión sobre un tema que, alarmantemente, pasa desapercibido o siempre es tratado con poca relevancia.

Dejando a un lado la opinión que me merece el fondo del artículo quisiera centrarme, por tanto, en la forma. Ese estilo «Faluya» inspirado en Los Chikos del Maiz alumbran las siguientes frases: «terrorismo no es ETA, es Belén Esteban enseñando las tetas», «Hablemos de sexo, gestionamos carreteras y que les den por el culo a los presos». Para poder entender la naturaleza de las musas creativas del articulista, busqué la canción que comparte título con el texto de Silveira y empecé a ver la conexión: «Marlon Brando, nos ha dejado guardemos tributo, no busques en Ben Affleck y esas nenazas un digno sustituto. Crónicas marcianas es un circo, Sardá es un payaso y Boris la mujer barbuda». No parece que se trate de una excepción, cantan otros joyas tipo «por mamadas no hago baladas», «tú pidiendo ruido y tu novia entre mis ingles» o «tu novia por una raya grita fuerte, me lo trago». Dejemos también a un lado mi juicio musical y el mensaje global que pretenden transmitir sus canciones, vayamos de nuevo a la forma. Parece que no dudamos en tachar de machistas algunos estribillos reggaetoneros que suenan machaconamente pero nos dejamos las gargantas cantando «Matarile al maricón» de Molotov. Habrá quien diga que no es más que una forma de hablar, es lenguaje callejero. Los militantes marginales, (por eso de transitar en los márgenes), conocemos la poderosa arma que puede llegar a ser la reapropiación del lenguaje para devolvérselo en forma de esputo al sistema y nos arrogamos orgullosos de aquellos adjetivos que tratan de dañarnos, los hacemos nuestros. Por eso nos autoproclamamos maricas, bolleras, putas, precarias, trans, etc. y les dotamos de contenido transformador y desafiante. Sin embargo, no veo por ninguna parte que en estas canciones se realice este ejercicio subversivo. Me viene a la mente una pintada que decía: «No hay nada más parecido a un machista de derecha que un machista de izquierda». Marx nos enseñó la lógica del capital, «el capitalismo viene al mundo chorreando lodo y sangre», sin embargo fue la teoría feminista la que señaló que este sistema, posterior al patriarcado, se sustenta en el trabajo productivo y reproductivo, siendo este último trabajo realizado sin contraprestación salarial, sin generar plusvalía y mayormente realizado por mujeres.

Tal vez debiéramos ampliar nuestras bibliotecas y empezar a leer otros autores y autoras como Monique Witting que nos dice «La sociedad capitalista fabrica la homosexualidad como produce proletariado, suscitando a cada momento su propio límite» o Beatriz Preciado «Cierra el ano y serás propietario, tendrás mujer, hijos, objetos, tendrás patria». El enemigo no sólo esta fuera, se esconde bajo nuestra epidermis, agazapado. Colonizando nuestras mentes, cuerpos y afectos.

Quisiera concluir diciendo que todo proceso reflexivo en torno a estrategias será fallido si perdemos de vista los objetivos finales, una Euskal Herria independiente, socialista, euskaldun y feminista.

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