Explosión de vitalidad, «locura» que fascina

La final del campeonato de bertsolaris de Euskal Herria es por méritos propios el evento cultural más multitudinario y de más renombre del país. Pero, sin duda, es algo más que una final, mucho más que un objeto de consumo cultural. Es una «locura» que fascina, una explosión frenética de vitalidad, con un público entregado que abarrotó el BEC de Barakaldo, cada cual aupando a sus bertsolaris preferidos y reconociendo la labor de los demás, en una  atmósfera que contagia, que va más allá de las cuatro paredes del recinto y que se apropió en buena medida de las conversaciones de la gente y del ambiente general. La de ayer fue una jornada especial, marcada en rojo, cargada de sentimientos a flor de piel, de poesía cantada e improvisada. Una cita de enorme sabor popular, a cada edición más masiva y más entrañable, un tesoro colectivo que merece ser celebrado y valorado por todo lo que mueve y por los valores que promueve.

Con un nivel que probablemente sea el mayor jamás conocido en la historia del bertsolarismo, con un público entusiasmado y compactado en valores compartidos, en una idea de país y en un compromiso por un futuro mejor, mucho mejor, las emociones se desataron. En medio de un alarde de ingenio, diversidad de referencias estéticas y variedad de propuestas, los ocho finalistas dejaron perlas y maravillas que resonarán durante mucho tiempo. Finalmente, Amets Arzallus se caló la txapela. El hendaiarra representa una nueva generación de bertsolaris que ha llegado a la cúspide y que reconoce su admiración hacia generaciones anteriores de la que es deudora. En el diálogo y la interacción con generaciones anteriores como las de Andoni Egaña o Xabier Amuriza, en esa fluidez e identificación mutua, radica en gran parte el éxito el bertsolarismo.

El «milagro» de la excelente final que ayer nos dejó el bertsolarismo no sería posible sin el concurso de cientos de voluntarios, sin el buen hacer y la autogestión como apuesta de Bertsozale Elkartea. Tampoco sin la conexión con el sentir de un pueblo volcado con su cultura. El campeonato de bertsolaris de Euskal Herria tiene un valor inigualable: la promoción de todos esos valores.

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