A través de un comunicado, Torturaren Aurkako Taldea se ha felicitado por la decisión del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) de Estrasburgo de condenar al Estado español por no investigar las torturas denunciadas por Martxelo Otamendi.

«Esta es la tercera vez –recuerda TAT– que el Reino de España es condenado en Europa por no investigar las denuncias por torturas de ciudadanos vascos, pero, además, da un paso más y establece que no se ponen los medios necesarios para evitar la existencia de abusos y a fin de que se proteja la integridad física de los detenidos».

Torturaren Aurkako Taldea remarca que el fallo es «insistente» en la necesidad de adoptar las medidas recomendadas por el Comité para la Prevención de la Tortura (CPT), «atendiendo a la situación de vulnerabilidad en la que se encuentran las personas detenidas incomunicadas y que, sin embargo, son sistemáticamente desoídas por el Estado español».

En ese sentido, TAT recuerda que el CPT «ha venido mostrando» su preocupación ante la situación de vulnerabilidad en que se encuentran las personas detenidas e incomunicadas. Señala asimismo que el TEDH considera que las autoridades españolas «no han adoptado las medidas recomendadas por el CPT para evitar la tortura y, además, establece que no ha habido investigación suficiente y efectiva ante la denuncia de torturas que realizó Martxelo Otamendi».

TAT afirma que el caso de Otamendi es «idéntico a todo el resto de denuncias por torturas que a lo largo de los años se han venido interponiendo ante los diferentes juzgados de Euskal Herria». Todas ellas, lamentan, «acaban en archivo por ‘no aparecer suficientemente justificada la perpetración de una infracción penal’, sin que haya habido una investigación suficiente».

El citado colectivo ha criticado la actitud de jueces y médicos forenses en la cuestión de la tortura.

«Esta sentencia del TEDH supone un nuevo paso en el camino de la erradicación de la tortura», ha remarcado TAT, que, sin embargo, ha concluido que «aún queda mucho camino por andar», ya que «hasta que no haya una voluntad real de conocer la realidad de la tortura y no se pongan los medios necesarios para evitar que se produzca, no conseguirá se conseguirá su erradicación».