Beñat Zaldua
Iruñea

2012, año de recortes

2012 será recordado como el primer año de gobierno de Rajoy, cuya principal característica han sido los durísimos recortes sociales y presupuestarios dictados por una austeridad que las realidad económica del Estado español –y del resto de estados rescatados– ha mostrado como ineficaz y contraproducente.

Huelga general del 26 de setiembre en Euskal Herria contra los recortes. (Jon HERNAEZ/ARGAZKI PRESS)
Huelga general del 26 de setiembre en Euskal Herria contra los recortes. (Jon HERNAEZ/ARGAZKI PRESS)

En noviembre de 2011, un Mariano Rajoy que se sabía vencedor de las elecciones generales afirmó, a modo de aviso: «Le voy a meter la tijera a todo, salvo a pensiones, sanidad y educación». La primera parte del enunciado resultó ser verdadera; la segunda, sin embargo, una mentira del tamaño exacto de los recortes con los que el Gobierno del PP ha llegado al primer aniversario de su legislatura.

Fue precisamente un 30 de diciembre del 2011 cuando el flamante Gobierno de Mariano Rajoy celebró su primer Consejo de Ministros, tras el que la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, anunció una subida del IRPF y del IBI, así como la congelación de beneficiarios de la Ley de dependencia y un drástico recorte en subvenciones e inversiones de todo tipo. En total, un recorte de 8.900 millones de euros. Pero como bien advirtió Sáenz de Santamaría, aquello no fue nada más que «el inicio».

Pese a que el Gobierno insistió en que la economía era su máxima prioridad, Rajoy prefirió esperar a que pasasen las elecciones andaluzas y asturianas para anunciar, con meses de retraso, los presupuestos para el 2012. Razones para esconder las cuentas tenía: un hachazo de 27.300 millones euros, repartido, además, de forma desigual. Mientras Presidencia e Interior apenas sufrieron un recorte del 3,8% y del 4,3%, respectivamente, Exteriores y Cooperación vio como su partida menguaba en un 54,4%. Le siguió fomento, con un recorte del 34,6%. Como promedio, los ministerios sufrieron un recorte del 16,9% respecto a las cuentas del ejercicio anterior. Los presupuestos también afectaron gravemente, entre otros, a las ayudas a la búsqueda de empleo y al acceso a la vivienda.

La Educación y la Sanidad tampoco se han librado de las tijeras del Gobierno en este 2012. Aunque los presupuestos ya comportaban un recorte del 21,2% en Educación, el PP no tardó ni dos semanas en anunciar, el 9 de abril, un nuevo hachazo de 10.000 euros en ambos sectores, al margen de lo previsto en los presupuestos. El desglose del recorte se traducía en 3.000 millones menos para la Educación y 7.000 menos para la Sanidad.

Con estos recortes durante el primer semestre del año, Rajoy quiso presentarse como el alumno aventajado de la austeridad recetada por Bruselas y Berlín. No sirvió de nada y al poco tiempo, los mercados financieros impusieron al Estado español el rescate a la banca, a base de subir exponencialmente la prima de riesgo. Se cerró así el perverso círculo de la conversión de la deuda privada en deuda pública; obligando al Estado a asumir las pérdidas millonarias de la banca –sin apenas protestar– y dejando el nivel de deuda para el 2013 en el 90% del PIB español.

Y así ha seguido el relato a lo largo del 2012 –las pagas de los funcionarios han sido otro capítulo–, con un nudo que se alargará en el 2013, sin que nadie sea capaz de augurar un desenlace cierto. Los presupuestos para el año que viene no hacen más que ahondar en los recortes dictados por una austeridad que la práctica ha demostrado inútil. Y además de inútil, contraproducente, porque se sigue cargando a lomos de toda la sociedad la factura de unos pocos, con un gobierno que sigue centrando sus esfuerzos en recortes sociales e impuestos indirectos, en un interminable ciclo de desposesión de abajo hacia arriba.