@zalduariz
Iruñea

Golpe en las urnas

El pasado 24 de noviembre se celebraron elecciones en Honduras. La candidata de Libre, Xiomara Castro, partía con ventaja en las encuestas, prometiendo seguir con el trabajo de su marido, Manuel Zelaya, expulsado de la presidencia tras el golpe de Estado de 2009. El Tribunal Supremo Electoral, sin embargo, otorgó la victoria al candidato oficialista, Juan Orlando Hernández, en medio de evidentes muestras de fraude electoral.

Un soldado custodia las urnas en una mesa electoral el pasado 24 de noviembre. (Orlando SIERRA/AFP)
Un soldado custodia las urnas en una mesa electoral el pasado 24 de noviembre. (Orlando SIERRA/AFP)

Nueve candidatos se disputaron la presidencia de Honduras en las elecciones del pasado 24 de noviembre. Los cuatro partidos menos votados contaban con más de 160.000 credenciales para las mesas electorales, algo así como los interventores de los partidos en las elecciones del Estado español. Según los resultados del Tribunal Supremo Electoral (TSE), estos cuatro partidos consiguieron un total de 17.516 votos. Es decir, más de 143.000 personas acreditadas como observadores de un partido determinado ni siquiera votaron a su propia formación. Se puede observar perfectamente en vídeos como este.

Es apenas una de las evidencias aportadas por la candidata del partido Libertad y Refundación (Libre), Xiomara Castro, para acreditar el fraude de que fue objeto el reciente proceso electoral, en el que, según el recuento del TSE, el candidato del gubernamental Partido Nacional, Juan Orlando Hernández, ganó las elecciones presidenciales con el 36,83% de los votos. En segunda posición quedó, precisamente, Castro –esposa del presidente Manuel Zelaya, derrocado en 2009 por un golpe de estado–, con un 28,78% de apoyo. En tercer lugar, con el 20,27% de los votos, se situó, pese a su apoyo al golpe de estado, el candidato del Partido Liberal, Mauricio Villeda. Finalmente, contra todo pronóstico y a golpe de populismo, el candidato del Partido Anticorrupción (PAC), Salvador Nasralla, consiguió el 13,51% de los votos.

Se trata, sin embargo, de unos resultados que ni Castro ni Nasralla reconocen. De hecho, la candidata de Libre exigió al TSE el recuento de las actas, después de entregar al presidente del Tribunal, David Matamoros –vinculado con el Partido Nacional–, un informe con todas las irregularidades detectadas.

Además de las credenciales mencionadas, la denuncia de Libre se concentra sobre todo en la alteración de las actas originales de las mesas electorales. Es decir, la candidatura de Castro denuncia que los resultados anunciados por el TSE no coinciden con las actas originales que obran en su mano. Tras la comparación entre 14.593 actas originales de las mesas electorales y los resultados del TSE, Libre concluye que el Partido Nacional sumó 81.301 votos de más, mientras que a Castro se le restaron 55.720. Del mismo modo, al resto de partidos también se les contaron 76.554 votos de menos.

Los mecanismos del fraude, de todos modos, han sido muchos más, según denuncia la oposición. Un portavoz del Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP) –plataforma social de lucha de la que surge Libre–, Marlon Ochoa, explica por ejemplo que «un 30% del censo ha estado manipulado, con la inclusión de personas que están fuera del país o están muertas», y que en numerosas regiones el Partido Nacional ha comprado literalmente los votos.

El pasado lunes el TSE accedió a la demanda de Libre y y del PAC para revisar las actas de las elecciones, algo que Ochoa confía al menos en que sirva para «dar constancia de lo irregulares que han sido muchas etapas de este proceso» y conseguir así «un impacto mediático importante». En la misma línea, el responsable de relaciones exteriores de Libre, Ricardo Salgado, explica en conversación con este medio que «el recuento al menos nos permitirá revisar la información que tiene el tribunal y que no nos ha llegado al completo».

Más allá del fraude

Eso sí, ninguno de los dos peca de ingenuo. Salgado admite que no tiene «mucha expectativa en esta revisión», mientras que Ochoa asegura que «el fraude no solo se ha dado en las actas», por lo que no cree que «con el recuento se logre revertir el resultado». Algo que, siendo pragmáticos, obliga a Libre y al movimiento popular de izquierdas a pensar en cuatro años de oposición, tiempo suficiente para rehacerse en las calles y tratar de incidir en las instituciones.

Porque más allá del fraude, resulta evidente que tanto el Partido Nacional como el Partido Liberal, las dos formaciones que históricamente han manejado el país, siguen teniendo un fuerte apoyo, aunque sea por las redes clientelares todavía en marcha. Igualmente, buena parte del voto de protesta se ha ido al novedoso PAC de Nasralla, lo que debe dar qué pensar a Libre.

Así lo admite Ochoa desde el FNRP, señalando que «la autocrítica debería dirigirse sobre todo a la necesidad de articular todas las organizaciones que ya existen». «En todo el país hay una organización y un voluntariado impresionante, sin embargo, el partido tuvo dificultades para articular todas esas organizaciones, por lo que es necesario que se articulen todos estos procesos que ahora están aislados», añade Ochoa, para quien «el partido tuvo mucho de imagen y poco de organización». Además, destaca que «es necesario mantener la lucha en las calles, rearticulando las fuerzas del movimiento social y procurando que las decisiones sean cada vez más colegiadas».

Son medidas que Ochoa ve indispensables para conseguir un movimiento fuerte que blinde contra el fraude el siguiente proceso electoral. Desde Libre, Salgado añade algunos elementos también necesarios: «Sabíamos de antemano que teníamos todo en contra, porque las instituciones en Honduras no son más que una caricatura». «Ahora, sin embargo, tenemos la oportunidad e incidir en esta institucionalidad», añade, en referencia a la renovación de órganos como el propio TSE –en mayo– o la Corte Suprema de Justicia –en 2016–. «Estamos en una situación mejor a la anterior del proceso electoral, hay otra correlación de fuerzas, tenemos el apoyo de la sociedad, somos el principal polo de oposición, tenemos 39 diputados y muchos alcaldes, lo que nos da la opción de cambiar cosas de cara a otras elecciones», señala Salgado, quien concluye, mezclando realismo e idealismo: «Sabemos que la lucha es para toda la vida».