Pablo GONZÁLEZ Enviado especial
MOVIMIENTO SECESIONISTA EN UCRANIA

República de Donetsk, entre proyecto popular y oligárquico

La revuelta popular del este de Ucrania intenta consolidarse entre la presión del gobierno de Kiev y la poca claridad de sus apoyos. Existe también la duda de quién impulsa todo el proyecto, por un lado se señala a Rusia, por otro al oligarca local Rinat Ajmétov.

La autoproclamada república de Donetsk sigue ofreciendo más dudas que respuestas pocos días después de su proclamación. Los manifestantes, que en los momentos álgidos de cada jornada llegan a ser unas cinco mil personas, controlan por ahora poco más que la sede del gobierno regional. El resto de la ciudad, y sobre todo, los servicios básicos como sanidad o bomberos siguen haciendo vida normal dependiendo del gobierno central ucraniano.

El único servicio estatal que de momento ha mostrado ciertas simpatías a los manifestantes han sido las fuerzas de seguridad del Estado. Ellos no conciben ir en contra de la voluntad popular por que como comenta Mijail, un agente local de 39 años, «la Policía es parte del pueblo». Sin embargo, por ahora los agentes tampoco han declarado fidelidad exclusiva a Donetsk. Esa fidelidad de los agentes es uno de los puntos que pone en duda quién es el impulsor de la protesta.

Con unos motivos más o menos claros, la simpatía de la población local por la idea de integrarse o al menos acercarse más a Rusia, no es tan evidente cual es la fuerza que ha aprovechado el rechazo del gobierno de Kiev para levantar a la gente. Con un escenario bastante diferente al de Crimea de hace un mes, las protestas no tienen ni un plan tan claro ni unos fines tan fácilmente realizables.

Entre Moscú y Ajmétov

Moscú hasta la fecha no ha tomado cartas en el asunto aparte de advertir a Kiev a nivel diplomático de que no permitirá un baño de sangre de población ucraniana prorrusa. El otro jugador, aparte de los gobiernos rusos y ucranianos, con fuerza real en la región es el oligarca local Rinat Ajmétov, dueño de múltiples empresas, entre ellos el club de fútbol Shaktar Donetsk.

Por casualidad o no, Rinat Ajmétov es el exjefe de prácticamente todos los altos cargos de la policía de la región de Donetsk. Todos ellos han pasado por las empresas de Ajmétov, como el jefe de la Policía de la región de Donetsk, Konstantín Pozhidaev. Pozhidaev dejó el cargo de jefe de seguridad de una empresa del holding de Ajmétov para asumir un puesto de funcionario, a priori mal pagado. Lo mismo sucede con numerosos altos cargos más. Por todo ello no hay duda de que el oligarca tiene a la Policía de su parte.

Así mismo, los manifestantes han asaltado o intentado asaltar las oficinas de la mayoría de los organismos estatales, sede del Gobierno, Fiscalía, oficina del gobernador y la delegación de Hacienda, pero ni se han acercado a la Policía. Policía que por un lado se supone que apoya las protestas, pero queda claro que este apoyo no existiría sin la aprobación de Ajmétov.

A todo ello hay que añadir que el último gobernador para la región que ha designado el Gobierno provisional de Kiev, Serguei Taruta, no es del agrado de Ajmétov, ya que se ha enfrentado a él por el poder real en Donbass. Por ello existe la duda razonable de que sea el oligarca el que intenta utilizar la cuestión prorrusa para echarle un pulso a Kiev. Lo hace además posicionándose como el único interlocutor viable para mediar entre Kiev y los revolucionarios de Donetsk o Lugansk. En Járkov la influencia del oligarca es sustancialmente menor, ello se ha reflejado en que los arrestos han sido mucho más numerosos ahí sin unas consecuencias importantes hasta ahora.

Tensión sobre el terreno

Mientras los políticos siguen haciendo movimientos a alto nivel, sobre el terreno existe bastante tensión. Las continuas amenazas de Kiev de emplear la fuerza hace que la gente este muy nerviosa. La sede del Gobierno regional es cada hora que pasa una fortaleza que será más difícil de tomar por las fuerzas del orden leales a Kiev.

Mientras, en el lado ucraniano preocupa sobremanera la reacción rusa en caso de que las fuerzas del orden finalmente se decidan por el asalto y provoquen numerosas víctimas entre los protestantes prorrusos.