Miranda se va, pero ¿lo hará de rositas?

Horas antes de que se filtrara la marcha del vicepresidente económico del Gobierno navarro, Alvaro Miranda, se daba a conocer el último paquete de recortes hasta la fecha. En una última pirueta grotesca, el Ejecuti- vo presume en él de haber renunciado a palcos en corridas de toros, partidos de Osasuna y actuaciones de Baluarte. La pregunta consiguiente se cae por su peso: ¿Cómo es posible que este gasto no fuera restringido antes, cuando sí se metió la tijera en la sanidad o la educación?

La anécdota ilustra el peculiar orden de prioridades de Miranda y su Gobierno, antes con el apoyo del PSN y ahora sin él. Dice que se va, pero viendo lo que deja detrás, parece más adecuado decir que huye. Huye de una situación de zozobra económica muy ligada a su impresentable gestión y que ahora se paga a escote.

El legado de Miranda daría para un libro. Hace unas semanas, este periódico informó ampliamente sobre el catastrófico legado dejado en las arcas del Ayuntamiento de Agoitz por el proyecto de Itoitz -donde el ya exvicepresidente se fue a pique literalmente en aquella excursión propagandística en barca-. Durante su trayectoria al frente de la economía navarra, su histórica caja se ha descapitalizado y hasta evaporarse prácticamente las arcas del herrialde quedan lastradas para años por un convenio de financiación del TAV a mayor gloria estatal, megaproyectos como el Navarra Arena ni siquiera se pueden acabar y otros como el circuito de Los Arcos demuestran día a día su sinsentido, y en lo que va de año se contabilizan ya tres «agujeros» presupuestarios, a cual mayor (¿quién hizo esa previsión?).

Así las cosas, no es extraño que Alvaro Miranda se marche, pero sí lo sería que la ciudadanía navarra le deje alejarse sin poner una gran lupa sobre todo ello. Y sobre todo, que olvide que cuando llegan las elecciones, partidos como UPN alardearán de capacidad de gestión y pondrán en duda la del resto.

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