Presos: demanda de elemental humanidad

El fin de la dispersión y de la situación de excepcionalidad que mantiene a cientos de presos vascos en prisión, al margen de la finalidad de excarcelación propia de cualquier sistema penal decente, es una exigencia de básica humanidad. Pero para el Gobierno español mantener esa injusticia es una cuestión estratégica. Según su perverso cálculo político, cuando más tiempo sin dar solución a esa realidad más tardará en articularse en la sociedad vasca la fuerza para reclamar o ejercer la autodeterminación. Necesita eternizar esa sangrante situación, no abordar el tema de los presos para evitar que el nudo del conflicto político adquiera todo su relieve y pueda desatarse. Para ello, ejerce el poder en Euskal Herria como sinónimo de mano dura, necesita alimentar las más bajas pasiones, un populismo punitivo que repugna a las mentes más abiertas y democráticas, y hacer de la cadena perpetua la expresión máxima de su justicia.

La libertad para los presos y presas enfermas es una demanda de elemental humanidad. Ayer se conoció que al preso de Tafalla, Ventura Tomé, le han tenido que extirpar parte del pulmón, tras haber recibido sesiones de radioterapia con las esposas puestas, habiéndole negado su traslado a Iruñea para que pudiera ser tratado. Sigue dispersado en Murcia, en una situación dramática para sus familiares y allegados, y el Gobierno español no se da por aludido. La historia de los presos vascos está repleta de ese tipo de infamias. Legalizadas o no, la receta antiterrorista ofrece a Madrid una siniestra coartada para el uso pasado, presente y futuro de esos actos de pura venganza. Es un talismán para ejercer su poder y un tabú que exige impunidad.

El futuro del país, el establecimiento de unas bases para una nueva convivencia civilizada exigen con urgencia desechar y reemplazar esa destructiva ecuación. La red ciudadana KonpONbidea ha anunciado que toma ese testigo. Todo el impulso popular, la humilde perseverancia y la centralidad política serán necesarias.

Buscar