Kim-Jenna JURRIAANS (Tierramérica)
NUEVA YORK

Nueva York reaprovechará hasta las peladuras de patata

Pregunte a un neoyorquino por qué es famosa su ciudad. El compostaje tiene tan pocas probabilidades de aparecer en la lista como las viviendas baratas o los inviernos templados. Pero si depende del alcalde, Michael Bloomberg, esto cambiará pronto.

El alcalde neoyorquino quiere extender de manera significativa el compostaje. (NAIZ.INFO)
El alcalde neoyorquino quiere extender de manera significativa el compostaje. (NAIZ.INFO)

Bloomberg, que terminará su mandato a fines de este año, anunció en junio que el Departamento de Saneamiento de la ciudad ha comenzado a recolectar desechos orgánicos en comunidades piloto de toda Nueva York y planifica ampliar drásticamente la cantidad de hogares participantes en los próximos dos años. El objetivo final es que para 2016 sea obligatorio que todos los hogares recolecten sus residuos orgánicos para aprovecharlos como compost -fertilizante que se obtiene por descomposición- o como fuente de energía limpia.

La iniciativa es parte del plan de Bloomberg de reducir en un 75% la basura urbana que va a vertederos para 2030 y abatir las emisiones de gases de efecto invernadero de la ciudad, a las que los residuos contribuyen con alrededor de un 3%.

De momento, Nueva York se deshace de buena parte de su basura sólida, más de 14 millones de toneladas anuales, en vertederos ubicados en otros estados, como Pennsylvania, Carolina del Sur y Ohio, pagando 86 dólares (unos 65 euros) por tonelada, sin incluir los costos de transporte.

Si los residentes de las casi tres millones de unidades habitacionales de la ciudad separan la materia orgánica del resto de la basura, la Alcaldía espera reducir en 1,2 millones de toneladas los residuos de los rellenos sanitarios (vertederos). Esta medida podría permitir un ahorro de hasta 100 millones de dólares al año (unos 75 millones de euros), poco menos de un tercio del dinero que se gasta para recolectar y eliminar los desechos domiciliarios, según el Departamento de Saneamiento (DSNY, por sus siglas en inglés).

La fase de prueba incluye hasta ahora dos rascacielos de Manhattan, unas pocas comunidades de Brooklyn y de Staten Island, y más de cien restaurantes y escuelas públicas de toda la ciudad. Pero el DSNY se prepara para abarcar 150.000 casas familiares, 70 edificios y 600 escuelas en 2014.

Poco más de la cuarta parte de la basura neoyorquina está compuesta por desechos residenciales. Las empresas producen aproximadamente otro cuarto, y el 70% de este procede de los restaurantes, por lo que incluir a este sector es una parte importante del plan de compostaje.

Los restaurantes con conciencia ecológica, que ya pagan una recolección especial de desechos alimentarios, probablemente den la bienvenida a un plan para toda la ciudad. Para otros, con cocinas pequeñas, agregar un recipiente adicional para la basura puede ser imposible, como muestra un informe sobre restaurantes publicado el 20 de junio en «The New York Times».

Además de aliviar la carga ambiental y la chequera de la ciudad, hay otros beneficios en la recolección separada de restos orgánicos, según explica Ron Gonen, subcomisionado de Saneamiento de la ciudad. «Hay dos destinos principales para estos residuos orgánicos», indicó Gonen a Tierramérica. «Se los puede convertir en compost, un fertilizante orgánico que ya se elabora en una planta en Nueva York, y que se dona a parques y a huertos locales o se vende a empresas de jardinería y paisajismo. Y también se los puede transformar en energía renovable mediante descomposición anaeróbica (en ausencia de oxígeno)», agregó. El resultado es un biogás rico en metano.

Nueva York ya tiene un digestor anaeróbico en una de sus plantas de tratamiento de aguas residuales y se está estudiando un llamado a licitación para construir una gran central que pueda convertir buena parte de los residuos domésticos en gas o electricidad limpia.

«Asimismo, hay algunas tecnologías emergentes interesantes -prosigue Gonen-. Por ejemplo, se pueden transformar los desechos en un combustible limpio conocido como éter dimetílico (sustituto del gasóleo), así que no es impensable que en el futuro cercano movamos nuestros camiones de basura a partir de los mismos residuos que recolectamos».

Cambio de actitud

Wsesterleigh, un barrio de 3.500 habitantes en el municipio neoyorquino de Staten Island, es una de las comunidades piloto de la política de compostaje. La participación ronda el 50% y las respuestas de los vecinos son variadas. Rosemary Caccese, que ya elaboraba compost en su propio patio antes del plan del alcalde Bloomberg, ve con buenos ojos la medida. «Yo saco la mía cada semana», comentó a Tierramérica señalando su nuevo contenedor marrón, que se recoge una vez cada siete días. «Da trabajo, no es fácil de hacer», asumió. Pero, como le importa el medio ambiente, está dispuesta a pagar ese precio. No obstante, su aplicación en toda la ciudad puede ser complicada, sobre todo para la población anciana, apuntó.

En la acera de enfrente, Donald Carullo cree que el hecho de que él y su esposa sean mayores es precisamente lo que les permite participar en la iniciativa. A su hijo, padre de tres niños, le llevaría demasiado tiempo, explicó.

En la avenida Burnside, Loise Conti, que se autodefine como «verde» y detalla con orgullo una larga lista de medidas amigables con el medio ambiente que aplica en su casa, es escéptica sobre el plan, por razones prácticas y de diseño. «Mi novia tiene cinco hijos; necesitará más que esto», dijo señalando al nuevo habitante de su cocina: un contenedor ovalado con capacidad para 4,4 litros, uno de los dos modelos que la Alcaldía entrega a los hogares. Para una casa pequeña como la suya, el esfuerzo casi no vale la pena. Y en el caluroso verano neoyorquino, «empieza a oler mal», planteó.

El cambio de actitud constituye una buena porción del desafío que tendrá que superar la ciudad en los próximos meses. El énfasis en el ahorro que lograrán las arcas neoyorquinas y los contribuyentes es esencial para promover esta política, comentó Gonen. Si bien de momento la medida es voluntaria, en el futuro será obligatoria y con multas para quienes la incumplan.

Alexander Allen, quien dialogó con Tierramérica en uno de los pocos lugares donde se puede dejar residuos para compostaje en la ciudad, cree que la iniciativa tiene mucho sentido medioambiental. Sin embargo, no está seguro de que funcione la obligatoriedad, pues las multas por sí solas no bastarán para cambiar mentalidades. «En definitiva, estará en manos de la población», resumió.

Nueva York sigue los pasos de otras ciudades de Estados Unidos, como San Francisco y Seattle, que han implementado iniciativas similares. Pero también está innovando. «No hay ninguna ciudad en América del Norte, y tal vez ni siquiera en Europa, donde el manejo de los residuos sea tan complicado como en Nueva York», destacó Gonen. «Tenemos un ambiente edilicio (relativo a los edificios) antiguo y diverso, y somos multiculturales», puntualizó.

Pero esto también representa una oportunidad para que la Gran Manzana sirva de ejemplo a otras urbes del planeta. «No hay otra gran ciudad que pueda ver los logros de Nueva York y decir `nosotros no podríamos hacerlo, tenemos un sistema más complicado'», aseveró.