Iñaki  Soto
Iñaki Soto
GARAko Zuzendaria / Director de GARA

No nos entienden, pero que no sea porque no lo intentamos

Suelo pensar a menudo que no nos entienden, y que no es solo porque hablamos otro idioma. Cuando muere alguien como Joxean Lizarribar ese pensamiento se refuerza. Tenemos códigos distintos y de igual modo que a muchos de nosotros nos parece desproporcionado el espacio dado a la muerte de Sara Montiel o un despropósito que el ministro Wert tenga el cuajo de hacer un panegírico de José Luis Sampedro, veo que muchas personas no entienden la importancia que para nosotros tiene gente como Joxean. No hablo de españoles y vascos solo, también de muchos de nuestros conciudadanos, que viven a espaldas de nuestra cultura (algo que nosotros ni siquiera haciendo el más titánico de los esfuerzos podemos lograr; cuidado, me refiero a Sara Montiel, no a José Luis Sampedro).

En lo poco que lo he tratado, Lizarribar era un hombre amable, sensato, formado, cabal… características muy importantes en el contexto en el que nos hemos encontrado repetidas veces durante los últimos años: en foros para el desarrollo de la nación vasca, en movilizaciones en defensa del euskara, en concentraciones de denuncia contra las injusticias que han sufrido ciudadanos vascos, en actos de apoyo del tejido comunicativo vasco.

Según cuentan Joxean Lizarribar era un hombre de empresa. ¿Cabría decir, entonces, que ha muerto un empresario vasco? Sabemos muy bien lo que para algunos significa ser empresario y vasco, pero Lizarribar no entraba en esa categoría. Ayer mismo un periódico navarro intentaba hacer un paralelismo entre ser accionista de Euskalerria Irratia y consejera de la CAN. Entre, por un lado, poner tu dinero a fondo perdido para apoyar un proyecto común que sufre el veto de las instituciones públicas por razones políticas y, por otro lado, pertenecer a una casta política que se ha dedicado al latrocinio organizado y legalizado (leyes que ellos mismos se han saltado cuando el botín les parecía escaso).

Lizarribar aceptó ser presidente de un grupo comunicativo cuando sus predecesores habían sido detenidos y torturados, estando varios de ellos aun en la cárcel y cuando sobre todos ellos pesaba la amenaza de una larga condena. Es difícil que quienes apoyaron o callaron ante aquella injusticia entiendan bien la figura de Lizarribar.

Quizá sea por eso, por la mala voluntad o por la ignorancia inoculadas durante décadas, bien a escala homeopática bien a cantidades industriales, que muchos de nuestros vecinos no nos comprenden. También creo que la moda esa del «todos son iguales» no nos hace demasiado bien. No todos los empresarios, no todos los periodistas, no todos los vascos… son iguales. Para bien y para mal, no lo somos. Y dentro de esa desigualdad congénita, creo que es importante que intentemos explicar qué clase de gente era Joxean Lizarribar y todas esas personas que no les suenan de nada a muchos de nuestros vecinos, pero que han hecho que nuestro pueblo, nuestro idioma, nuestras empresas, nuestra comunidad lleguen vivas hasta aquí, lo cual es un auténtico milagro se mire por donde se mire.

Eskerrik asko Joxean. Saiatuko gara, ea asmatzen dugun!

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