EDITORIALA
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No hay excusas para no dar pasos hacia la libertad

La literalidad del comunicado de EPPK no deja lugar a dudas: desde su compromiso irrevocable con las decisiones tomadas por toda la izquierda abertzale hasta la asunción de términos y decisiones que van más allá de la posición tradicional de este Colectivo, todo ello en el contexto de la reflexión y propuestas desarrolladas por el Foro Social, este comunicado expresa la voluntad de dar los pasos necesarios para solucionar una parte importante de las consecuencias del conflicto político vasco: la existencia de más de 500 presos por una de las violencias políticas en base a una legislación de excepción aplicada de modo también excepcional (algo que resulta imposible de comprender sin mencionar a su vez la inexistencia de otro tipo de presos debido a la impunidad del resto de violencias que se han dado en dicho conflicto).

Cada vez resulta más complicado negar esta realidad y tergiversar estas palabras y esta voluntad. Ocurre, sin duda, pero es más difícil y deja más en evidencia a quienes pretenden realizar tal ejercicio de cinismo político o periodístico. Del discurso de la «insuficiencia» en base a falsas expectativas creadas de modo preventivo se está pasando directamente al de «será insuficiente mientras no digan lo que yo quiero que digan», lo cual evidencia una terrible falta de cultura democrática. De cara a buscar soluciones lo más preocupante de esa concepción totalitaria son, sin duda, los coros que con diferentes tonalidades y estilos apuntalan esa posición necia.

La reflexión de ayer de EPPK ahonda en la línea de lo ya expuesto por ETA hace más de un año en otro comunicado (2012-11-25) en el que planteaba una «agenda de diálogo». En concreto, en relación al tema de los presos y los exiliados, hacía un llamamiento a buscar las «fórmulas y los plazos» adecuados para resolver estas cuestiones. Evidentemente, una vez más, quienes hasta entonces les acusaban de maximalismos y de pedir imposibles no atendieron a esas propuestas y, un año después, siguen sin explicar cuáles son sus plazos y sus fórmulas.

Quienes se niegan a exponer clara y abiertamente su hoja de ruta, quienes niegan su responsabilidad en esta materia, los beneficiarios y justificadores de la impunidad por otras violencias, quienes miran para otro lado mientras sistemáticamente se violan derechos humanos... tienen una responsabilidad muy grande en la situación que viven los presos y sus familiares. Sin ir más lejos, cuando centenares de familiares deben recorrer miles de kilómetros todos los fines de semana para visitar a sus allegados, decir que esto solo es una prioridad para la izquierda abertzale es jugar a una especie de «ruleta rusa» de imposible encaje ético. No hay excusas para sostener esta política penitenciaria y la reflexión de EPPK deja aun más en evidencia la responsabilidad -o la irresponsabilidad- de esas posturas escapistas.

Más unilateralidad, mayor liderazgo

Tal y como señala EPPK, las condiciones para dar estos debates son muy complicadas. Y aquí cae otra de las excusas para mantener esta política vengativa: la necesidad de aislar y castigar a estos presos para que se sumen al camino de la paz y la resolución. El Gobierno español ha logrado ralentizar el debate, pero no alterar sus conclusiones. En su comunicado los presos y presas políticas vascas asumen su responsabilidad, también las responsabilidades penales individuales, aceptan el marco de unas leyes excepcionales que han sido aplicadas de modo abiertamente injusto y muestran su disposición a dar nuevos pasos en la línea de las recomendaciones del Foro Social. La comisión creada recientemente para implementar esas recomendaciones tiene así un campo fecundo de trabajo, un espacio en el que aportar y apoyar nuevas iniciativas políticas en este terreno.

Otro punto importante de la misiva de los presos es su apuesta por la unilateralidad. A pesar de que, al depender su situación de la voluntad política del Estado, esa unilateralidad tiene evidentes limitaciones prácticas a corto plazo, a medio plazo es la garantía de que estas políticas sean inviables por resultar nefastas para los intereses de quienes las aplican. Frente a concepciones moralistas de uno u otro signo, los presos reivindican así su condición política y su liderazgo en la resolución de su situación, dentro de un proceso político que busca una paz justa y duradera.

Gota a gota, una nueva cultura política

Al igual que en el resto de ámbitos, todo ello requiere un profundo cambio en la cultura política. Durante los dos últimos años el movimiento por la repatriación y la liberación de los presos ha dado importantes pasos en ese sentido, rompiendo inercias, abriendo nuevas vías, quebrando esquemas que no se adaptan a la situación actual. Las movilizaciones de los últimos años, la iniciativa Tantaz Tanta son buenos ejemplos de ello. Por eso atacaron a Herrira. Hay que profundizar en ese cambio.

Las decisiones de EPPK facilitan nuevas sinergias, interlocuciones hasta ahora imposibles. En lo inmediato, los plazos y las fórmulas para la resolución no vendrán directamente de acuerdos entre las partes, sino de la creación de condiciones sociales para que esos acuerdos sean necesarios para todas las partes. La activación social es clave, pero para ello es necesario adaptarse a las condiciones de aquellos que están dispuestos a aportar en positivo a esta causa, no viceversa. No hay dos gotas iguales, ni en la cárcel ni fuera, pero todas ellas juntas pueden crear una ola imparable.