David MESEGUER Afrin (Kurdistán Oeste)

Las milicianas kurdas de Siria plantan cara al yihadismo

Centenares de mujeres de Kurdistán Occidental se alistan a la sección femenina de las Unidades de Protección Kurdas (YPJ) porque ven en el avance yihadista una grave amenaza para sus derechos. Human Rights Watch (HRW) denuncia que las mujeres sufren una fuerte discriminación en las zonas controladas por el Frente al-Nusra y el ISIS.

El Estado de Irak y el Levante concibe a la mujer como un ser débil y puramente decorativo. Sólo recurre a ella para tener sexo», explica a GARA Farida Abdo desde la comisaría de Afrin con un humeante vaso de té en la mano. «Las mujeres tenemos aptitudes y la mejor manera de demostrarlo es combatiendo a los yihadistas para hacer que se sientan inferiores», remarca esta agente de Policía.

Desde que se inició el conflicto sirio en marzo de 2011, las mujeres kurdas están llevando a cabo una doble lucha por el reconocimiento de su pueblo y la reivindicación del rol femenino en un Oriente Próximo marcadamente patriarcal. Siguiendo la tesis de Abdullah Öcalan, el Movimiento Democrático Popular de Kurdistán Oeste (TEV-DEM) -organismo paraguas de las diferentes organizaciones afines al PKK- apuesta por la activa participación de la mujer en la esfera político-militar y por un coliderazgo en los diferentes organismos.

«Debemos abandonar el ámbito doméstico y asumir un rol activo en la autonomía democrática que se está gestando en Rojava. Es un momento histórico y la mujer debe estar presente en él», destaca Rokan Ahmad, máxima dirigente del TEV-DEM en Afrin, ciudad de mayoría kurda del norte de la provincia de Alepo. La otra gran preocupación de Rokan es la grave amenaza que supone el avance yihadista en las zonas de Siria bajo control rebelde y que desde el pasado junio libran una guerra sin cuartel contra la milicia kurda.

Discriminación de la mujer

Según un informe de Human Rights Watch (HRW), el Frente al-Nosra y el Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIS por sus siglas en inglés) están imponiendo «normas estrictas y discriminatorias para las mujeres» en las zonas bajo su control. La sharia, la estricta ley islámica, impuesta por estos grupos vinculados a Al Qaeda obliga a las féminas a llevar velo y abaya, una prenda de ropa ancha que cubre todo el cuerpo hasta los pies.

La organización de derechos humanos denuncia que las restricciones de estos grupos de corte yihadista afectan a la vida cotidiana de las mujeres y las niñas limitando su capacidad de recibir una educación y de mantener a sus familias. El Observatorio Sirio de los Derechos Humanos, con sede en Londres y decenas de activistas sobre el terreno, confirman «casos de detenciones de mujeres por razones políticas, por formar parte de organizaciones civiles y por manifestarse».

«Estos combatientes extremistas practican la Yihad al-Nikah (yihad sexual) que les permite tener y disfrutar de sexo durante la batalla», alerta Rokan. Testimonios provenientes de las zonas controladas por el ISIS denuncian el rapto y la violación de mujeres para satisfacer los caprichos sexuales de los emires, señores de la guerra principalmente extranjeros.

Akhin, máxima responsable de la Policía kurda en Afrin, cuenta cómo el Frente al-Nosra la detuvo durante ochos horas en un checkpoint cuando regresaba de Damasco. «No me tocaron porque iba totalmente tapada. Si llegan a saber quién soy me hubieran ejecutado allí mismo», recuerda esta joven regresada hace poco de Qandil.

En primera línea de fuego

La ofensiva que los grupos yihadistas mantienen sobre las regiones de mayoría kurda del norte de Siria ha provocado una gran movilización entre la población y muchas mujeres se han alistado en la Policía y en las Unidades de Protección Kurdas (YPG). Desde marzo de 2013, ambos cuerpos tienen su propia sección femenina con una gran autonomía respecto la estructura central. «Gran parte de nuestro trabajo lo realizamos de forma conjunta con los hombres. Sí que actuamos de forma independiente cuando hay que investigar casos en los que están implicadas mujeres», indica Akhin. Ahora la cuota femenina en la estructura militar es del 35%, pero los mandos apuntan que el objetivo es acercarse al 50%.

En el frente de Basufane se visualiza la gran incorporación de mujeres a la sección femenina de la milicia kurda (YPJ). Allí, decenas de mujeres se parapetan en las trincheras y bunkers que se encuentran a tan solo 300 metros de las posiciones del ISIS. «Nuestro enemigo quiere imponer la servidumbre de la mujer. Como rechazamos esta idea estamos aquí para combatirles», asegura Sakine mientras limpia su fusil AK-47. Como ella, centenares de jóvenes cercanas a los 20 años de edad, se han alistado a las YPJ dejando atrás estudios y trabajo, y pasando largas temporadas en el frente sin ver a sus familias.

«Los milicianos del ISIS nos temen incluso más que a los hombres porque, según sus creencias, si mueren en combate abatidos por una mujer no alcanzaran el paraíso», explica Zilan desde su garita de vigilancia. Una versión que ratifica Abdullrahman, miembro del comité negociador que en ocasiones ha mantenido reuniones con los yihadistas para intercambiar cuerpos, prisioneros y gestionar treguas. «Los emires del ISIS nos suplican que retiremos a las mujeres del frente porque para ellos es una deshonra morir en sus manos», señala Abdullrahman.

Roksen murió precisamente en Basufane el pasado octubre en duros enfrentamientos con el ISIS cuando cubría la retirada de sus compañeras. Abdullrahman fue quien recuperó su cuerpo prácticamente irreconocible. «A la madre le explicamos que su hija se inmoló con una granada antes de ser detenida. Pero lo cierto es que los extremistas lanzaron su cadáver a los perros y lo desfiguraron completamente», denuncia este miembro de la delegación negociadora. Para Badiaa Waqqas, madre de Roksen, «la sangre de mi hija ha contribuido para que los kurdos podamos tener una autonomía en Siria. Lástima que ella muriese poco antes de ver este anhelo hecho realidad», lamenta.