Beñat ZALDUA
BARCELONA
Elkarrizketa
VICENT PARTAL
DIRECTOR DE ‘VILAWEB’

«El Estado solo tiene una forma de parar el proceso: convocar el referéndum y ganarlo»

Pionero en los medios de comunicación online, Vicent Partal (Bétera, 1960) dirige “Vilaweb”, decano de los diarios digitales en lengua catalana, desde su creación en 1996. Previamente se había pateado más de media Europa y parte del extranjero como reportero, viviendo en directo los procesos independentistas de los países bálticos y de la Europa del Este. Ahora es otra la independencia que quiere narrar, la de su propia nación, Catalunya.

VICENT PARTAL
VICENT PARTAL

Vicent Partal lleva años trabajando y soñando con este momento, por lo que se presenta con la tranquilidad de quien quiere disfrutar cada segundo de un proceso que, según su visión optimista, concluirá irremediablemente con la independencia de Catalunya. Así lo explica en su libro «A un pam de la independència».

Ha dicho alguna vez que ya no estáis a un palmo de la independencia, sino a dedos. ¿En qué momento del proceso está Catalunya?

Ahora digo a una uña. Siempre había dicho que en el momento en que pusiésemos fecha y pregunta, la actitud de la comunidad internacional cambiaría y todo sería diferente. Pero tampoco me imaginaba que fuese tan diferente. Lo más llamativo es que ahora ya no tenemos prisa, de hecho, quien debería tener prisa es el Estado español.

Sigamos por aquí, ¿qué hará el Estado más allá de impedir la consulta sea como sea?

Primero de todo, tengo la sensación, y algo más que la sensación, de que votaremos el 9 de noviembre, después de que el Parlament apruebe la Ley de Consultas, probablemente en setiembre.

¿Pese a que el Gobierno la recurra?

Sí. Eso entrará en un choque constitucional, pero hay que recordar que el Parlament ya aprobó una Declaración de Soberanía en la que afirmaba que no había soberanía superior a la catalana. También está en el Constitucional, pero da igual, esto ya no se hace a efectos de la política española, sino de la política internacional. La política catalana ha superado ya el punto de no retorno.

¿Y el Estado se quedará de brazos cruzados?

Lo tiene complicado, porque cualquier iniciativa de tipo jurídico es discutible. Hablan por ejemplo de que el artículo 155 de la Constitución permite anular la autonomía, pero eso es mentira, solo hace falta leerlo. Por otro lado, descarto absolutamente una posibilidad de intervención militar o una cosa por el estilo, por lo que no veo cómo pueden impedir la decisión de votar.

¿Cómo se solucionan aspectos logísticos como el censo si no hay permiso del Estado?

La Generalitat ya tiene el censo, no hace falta ser tan inocentes como para pensar que estarán esperando al último día para tenerlo.

Le veo optimista, ¿no contempla la posibilidad de unas plebiscitarias en vez de la consulta?

Yo creo que el 9 de noviembre votaremos y estoy bastante convencido de que votaremos la consulta, no unas elecciones. La discusión está en las elecciones de validación, que también se le dicen plebiscitarias, que se convocarían para ratificar el resultado del referéndum. No se sabe si las elecciones serán inmediatamente después o si se dejará un margen para intentar una última negociación con el Estado, entonces sí bajo presión internacional, algo con lo que estoy de acuerdo, porque la independencia, si es pactada con España, mejor para todos. Pero no me cabe en la mente la posibilidad de que no se vote, porque la frustración popular sería inmensa, Catalunya sería ingobernable si no se vota el 9 de noviembre.

El compromiso de Mas y la dirección convergente parece claro, pero ¿descarta la posibilidad de que haya gente preparando el escenario de un posible fracaso del proceso?

A excepción de PP, Ciutadans y esta cúpula rara del PSC, creo que en la clase política catalana no hay ninguna previsión de fracaso del proceso, nadie prevé ese escenario y eso es muy importante. Todo el mundo es muy consciente de que ésta es una ocasión histórica que no se debe dejar pasar.

En los últimos días se ha hablado mucho del mundo empresarial y su supuesta oposición al proceso. ¿Existe esta oposición?

Me preocupa poco. No votan las empresas, sino los ciudadanos, por lo que el señor Fainé o el señor Lara tienen un voto, igual que yo. Además, entre la cúpula empresarial se han oído muy pocas voces contrarias y las que se han oído, como las de personajes de Fomento, no son de empresarios, sino de funcionarios. Si realmente quisiesen estar en contra, habrían dado la cara los empresarios reales del país, y no la han dado, están en una actitud prudente.

¿Algo parecido a lo que pasa con la comunidad internacional?

Es que no se deben pronunciar, no se puede pedir a los estados que se pronuncien antes de que se produzca la independencia. Eso sí, el señor Rajoy ha hablado del tema teniendo al lado a Obama o Hollande, por decir dos nombres, y no ha conseguido que estos dos personajes le den la razón, sino que más bien han optado por el silencio.

En cambio, es muy interesante el giro que está dando la opinión pública internacional, que se puede ver en las publicaciones extranjeras. La positiva y poderosa imagen de la Vía Catalana y la foto de la galería gótica [la del acuerdo político sobre la consulta], con la democracia cristiana y los anticapitalistas de acuerdo en alguna cosa, han contribuido mucho a tumbar a la opinión pública a favor nuestra.

¿Ve relativamente fácil, por lo tanto, que la comunidad internacional reconozca rápidamente la independencia catalana?

No, será complicado y lento, sobre todo suponiendo que no haya acuerdo con España, lo cual es una incógnita. Si es así, habrá unos estados que te reconozcan, otros que no... No será sencillo, pero tampoco será dramático, la vida seguirá igual, hay que recordar que países como China o Israel también tienen un reconocimiento diplomático limitado. «The Economist», por ejemplo, habla de un periodo de cinco años para normalizar la presencia de Catalunya en la UE.

¿Esta incerteza puede jugar en contra del independentismo?

Si el Estado español aceptase el referéndum, esta incerteza sería un arma muy poderosa contra el Sí, pero queda totalmente tapada por su intransigencia. Lo paradójico de la situación es que España solo tiene una manera de parar el proceso, que es convocar el referéndum y hacer que gane el No, algo que en una campaña apretada todos sabemos que podría pasar.

¿Crees que se está hablando suficiente sobre cómo debería ser este nuevo estado catalán?

El futuro de Catalunya se decidirá inmediatamente después de la consulta y la proclamación de independencia, cuando tengamos que hacer una Constitución. A mí me gustaría que fuese todo lo contrario a la española, es decir, muy simple y muy fácil de reformar. Pero hay dos cosas importantes. La primera, en la que no me hacen caso, es exigir que el movimiento ciudadano, la ANC, no se disuelva el día de la independencia, sino que aguante hasta la aprobación de la Constitución. Este error ya se hizo en el 75 y no hace falta repetirlo. En segundo lugar, a mí me gustaría que la Constitución tuviese herramientas de democracia participativa muy claras. Por ejemplo, a mí me gustaría que la votación de la Constitución no se limitase a un Sí o un No, como en España, sino que al lado pudiésemos votar las 10 cuestiones más importantes por separado. Por ejemplo, me gustaría mucho votar si quiero formar parte de la Unión Europea o no, y eso no tiene por qué afectar a la Constitución.

Para acabar, usted es valenciano, ¿cómo se imagina la relación de un Principat independiente con el País Valencià y el resto de Països Catalans?

La tarea que tenemos todos los «navarros» [sonríe] es seguir luchando, este es el primer elemento clave. El segundo es que la República catalana tenga claras sus obligaciones con el resto de la nación, con medidas clarísimas como la concesión de pasaporte y nacionalidad a todos los catalanes que la pidan. En cualquier caso, tenemos que seguir trabajando, la independencia de Catalunya es un paso más, no es ni el final ni el principio de nada.