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Guerra económica contra Rusia: el arte de fingir que hay que hacer algo cuando nada se puede hacer

Descartada la opción militar, Estados Unidos y la Unión Europea parecen dispuestas a golpear a Rusia en su dependencia económica con Occidente. Quieren hacer creer así que el daño causado por las sanciones económicas contrarrestará las ventajas adquiridas sobre el terreno. Pero todos son conscientes que en una guerra económica Rusia puede tomar represalias que resultarían catastróficas para el comercio y la economía europea -y en particular, la alemana- y que sería una apuesta muy cara para todos. Putin no dejará sin contraataque las sanciones y, quizá por ello, las aprobadas ayer no van más allá de lo simbólico. Un mensaje para decir «algo hay que hacer» desde el reconocimiento, con la boca pequeña, de que «nada se puede hacer». Avisos, líneas rojas, gestos disuasorios, palos y zanahorias en interminables cumbres, llamadas de teléfonos, grupos de contactos... paradojas de una diplomacia que no puede jugar con puño de hierro.

Alemania, la más opuesta a cortar relaciones con Rusia, tiene razón cuando afirma que el comercio es de interés para toda Europa y que, a largo plazo, es el aglutinante que puede hacer reducir las tensiones entre Europa y Rusia.