Jaime IGLESIAS MADRID
Elkarrizketa
Jeremy Irons
Actor

«Conforme envejeces, tienes menos ambición y no necesitas demostrar nada»

Empezó su carrera artística tras haber estudiado actuación en Bristol para después trasladarse a Londres. Fue entonces cuando sus esporádicas apariciones en la televisión británica le abrieron las puerta del cine en los años 80. Desde entonces ha actuado en el teatro, ha sido doblado y hasta ha ganado un Óscar por su papel en «Reversal of Fortune».

A sus 65 años, Jeremy Irons (Cowes, Isla de Wight, 1948) afronta el oficio de actor y la vida en general sin grandes pretensiones. En el plano profesional ha hecho casi todo con lo que un actor puede soñar (bastante teatro, series de televisión inolvidables como «Retorno a Brideshead» y un buen número de películas a las órdenes de cineastas como Cronemberg, David Lynch, Louis Malle o Bertolucci). Ganador de los premios más importantes, hoy llega a las salas su último film: «Tren de noche a Lisboa».

¿Qué fue lo que le atrajo de «Tren de noche a Lisboa» para decidirse a protagonizar la película?

Bueno, para empezar me encantó la novela de Pascal Mercier en la que se basa el filme, es una historia delicada, plena de sutilezas cuya fuerza radica en las sensaciones que despierta, tanto es así que me resultaba inimaginable verla convertida en una película. Pero cuando me ofrecieron el personaje y me enteré que detrás del proyecto estaba Bille August (con quien ya había trabajado en «La casa de los espíritus») supe enseguida que podríamos lograr un film que hiciera justicia a la novela pues pocos directores como Bille son capaces de generar con la cámara esos destellos de vida.

Su personaje se va definiendo en tanto receptor de testimonios y experiencias ajenas ¿Cómo se asume el rol de alguien cuya actitud resulta más pasiva que activa?

Efectivamente, la película es una suerte de viaje emocional donde toda la acción sucede en la periferia del personaje protagonista, por tanto mi mayor reto fue la contención, algo difícil por cuanto los actores asumimos que interpretar exige estar todo el rato haciendo cosas. En este caso me resultaba difícil evaluar mi trabajo pero viendo como respondían en las escenas que teníamos juntos actores como Christopher Lee, Charlotte Rampling o Bruno Ganz, me quedé más tranquilo porque si mi rol era el de darles soporte, su nivel interpretativo me hacía considerar que les estaba dando un buen soporte. Y es que Gregorious, mi personaje, es una especie de anfitrión, alguien que recibe a sus invitados y les guía hacia su terreno, pero sin provocarles.

¿A usted en la vida real le ha ocurrido algo parecido a aquello que le sucede a su personaje en el sentido de quedar absorbido por la personalidad de alguien cuyo legado haya sentido como manifestación de sus propias inquietudes?

Sí, claro, es algo que me ocurre siempre, al fin y al cabo ese es el sentido último de mi trabajo, tal y como yo lo concibo, para desgracia de mis familiares y amigos, que a menudo me hacen notar lo insoportable que resulto cuando estoy metido de lleno en la preparación de un personaje (risas). Me da igual si trabajo en cine, en teatro o en televisión, aunque el cine te lleva a crear un vínculo más fuerte con el personaje si cabe, por el peso que tienen sobre ti las localizaciones.

Hablando de localizaciones ¿qué peso tuvo en su trabajo el influjo de una ciudad como Lisboa?

Muchísimo, es una ciudad inspiradora, bella y decadente a la vez con un gran atractivo arquitectónico. Me gustan ese tipo de ciudades que atesoran un sentimiento de comunidad, un sentido de la Historia... Ya había rodado allí algunas escenas de «La casa de los espíritus». Pero esta vez la pude disfrutar de un modo más pleno. Estuve alojado en un palacete del centro histórico vecino al estuario del Tajo con unas vistas impagables, al menos para alguien como yo que, nacido en una isla, necesita el mar a su alrededor.

Ya que comenta lo del sentido de la Historia ¿qué valor le concede a una película como esta, que evoca la resistencia contra la dictadura de Salazar, como elemento para el debate político en una época, como la actual, donde la memoria histórica encuentra tantos detractores?

Aunque ese no sea el tema principal de la película, creo que siempre es positivo dar a conocer y promover la reflexión sobre los distintos regímenes que ha habido en el pasado en aras de enriquecer el debate sobre el modelo político al que queremos aspirar. Actualmente, vivimos inmersos en una ilusión de democracia puesto que estamos sometidos a unos poderes financieros que actúan con total impunidad y con la complicidad de unos gobiernos que, en lugar de velar por los intereses de la ciudadanía y por su calidad de vida, únicamente parecen preocupados por crear condiciones favorables para transacciones económicas de alcance global. Para mí lo emocionante de evocar la lucha contra la dictadura de Salazar en Portugal pasa por honrar la pasión de aquellos que la protagonizaron, gente dispuesta a afrontar riesgos infinitos en la convicción de estar combatiendo la injusticia.

No le veo muy optimista respecto al estado actual de las cosas

No, no lo soy pero por una sencilla razón y es que los recursos de los que disponemos son limitados y finitos. En vez de gestionar esa realidad, los gobiernos prefieren aumentar la productividad para que crezca el consumo, pero ese tipo de políticas únicamente nos conducirán al caos porque lo que hay que hacer precisamente es consumir menos y, al mismo tiempo, paliar las desigualdades en el acceso a los recursos, a los bienes. De lo contrario estamos abocados a vivir una época de disturbios y de revueltas. Creo que necesitamos una nueva generación de líderes para reconducir la situación, la clase política actual en tanto responsable de la crisis que padecemos no puede ser la que nos saque de la misma.

Supongo que en este tipo de análisis la veteranía resulta determinante ¿también influye a la hora de seguir encontrando buenos papeles?

Conforme envejeces tienes menos ambición, llega un momento en que no necesitas demostrar nada. Eso no significa que no siga siendo exigente con mi trabajo, pero me obsesiona menos y, de hecho, si a partir de una cierta edad te llegan menos ofertas, algo que de hecho sucede, lejos de frustrarme, me gusta verlo como una oportunidad para estar más tiempo con mi familia, para disfrutar de mis hobbies. No me gusta la idea de vivir para trabajar, aunque sigo disfrutando de este oficio todo lo que puedo.

Porque con una carrera ya hecha y un prestigio bien ganado ¿qué es lo que le motiva a la hora de aceptar participar en nuevos proyectos?

Yo esta profesión siempre la he visto como una labor artesanal. Desde ese punto de vista acepto aquellas propuestas que me motivan en tanto me plantean un reto, aquellos papeles que, de entrada, no sé si seré capaz de afrontarlos. Partiendo de ahí, me gusta asumir mi trabajo como un desafío. Más allá de eso, me da igual embarcarme en producciones grandes o pequeñas pues para mí tanto valor tiene el pintar un gran lienzo como el asumir la factura de una obra en clave minimalista, son manifestaciones artísticas igual de válidas.

Muchas veces se habla del valor del cine como elemento de identidad cultural. Una película como esta donde concurren actores británicos, portugueses, suecos, suizos, alemanes a las órdenes de un cineasta danés ¿cree que proyecta un sentimiento de identidad europeo?

Puede ser, el concepto de identidad cultural es una idea bastante compartida en Europa frente a lo que ocurre en otros territorios. En este continente, más allá de nuestras diferencias, tenemos una historia común que nos une y lo que se narra en esta película es parte de esa historia común. También está muy ajustado a nuestra sensibilidad el modo en que está narrado, de manera sofisticada y sutil. No me gusta generalizar pero casi estoy convencido de que una película así sería imposible que fuera aceptada por una audiencia como la estadounidense.

El valor de trabajar con espíritus afines

«Según pasan los años, más valoro el hecho de trabajar con aquellas personas que me caen bien», comenta Jeremy Irons. Obligado a mirar su carrera retrospectivamente, el intérprete británico confiesa que «echando la vista atrás y pensando en los rodajes en los que he participado, me quedo con aquellos donde siento que he dado lo mejor de mí alentado por la afinidad que he tenido con el resto de los miembros del equipo, más allá del resultado final o de si se trata de películas que han trascendido o, por el contrario, apenas se han visto».

El director danés Bille August ocupa un lugar preferente entre esos profesionales con los que Jeremy Irons se siente cómodo trabajando. No en vano el actor cita los rodajes de «Tren de noche a Lisboa» y «La casa de los espíritus» -ambas dirigidas por August- como dos de sus mejores experiencias profesionales.

Al margen de estos dos títulos, las películas que han dejado un mejor recuerdo en el intérprete, según él, son «La misión», «Inseparables» y «El misterio Von Büllow». Entre sus próximos proyectos está el de tomarle el relevo a Michael Caine como Alfred, el servicial mayordomo de Batman, en la franquicia sobre el superhéroe. J.M.