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El caminante, su sombra y el camino A propósito del nuevo libro de Alfonso Sastre

Se asoma a las calles continuamente por las ventanas digitales y escucha lo que se dice -y lo que se grita- en ellas

Alfonso Sastre acaba de cumplir 88 años (qué bella cifra: dos infinitos puestos en pie) y acaba de publicar un nuevo libro. Cabría suponer, dada la avanzada edad del autor, que se tratara de un libro retrospectivo o antológico, reposado y un tanto melancólico, escrito desde la tranquilidad de un merecido retiro y con la mirada vuelta hacia atrás. Pues no, nada de eso: «¿Hacia un socialismo de las multitudes?» (Editorial Hiru, 2013) es un libro «desatado» (en el sentido cervantino del término), con los ojos -muy abiertos- puestos en el presente más vivo y en el futuro más próximo, un libro que parece escrito a pie de calle. Y en cierto modo así es, pues aunque el Sastrecillo Valiente ya no esté en las condiciones físicas más idóneas para corretear por las calles, se asoma a ellas continuamente por las ventanas digitales y escucha con la mayor atención lo que se dice -y lo que se grita- en ellas.

El propio Sastre considera su libro un cuaderno de viaje; un viaje en el que acompaña en su agitada andadura a los movimientos sociales más recientes, como el 15-M, y en el que dialoga con su sombra sobre lo que el viaje le revela; es decir, un viaje en el que el caminante, machadiana y dialécticamente, hace camino al andar y nos invita a acompañarlo en su caminata constructora.

Sin perjuicio de dedicarle un artículo más extenso a este libro iluminador, siento la necesidad de proponérselo cuanto antes a sus lectoras y lectores potenciales, que son, ni más ni menos, todas las personas indignadas por este brutal atropello de los ricos a los pobres al que llaman crisis; de ahí esta breve nota apresurada, en la que solo señalaré que Sastre saluda en la «gente» (la gente cada vez más variada y numerosa precarizada -proletarizada- por un capitalismo cada vez más depredador) al nuevo y esperanzador sujeto revolucionario, y que articula alrededor de esta sencilla idea un discurso tan esclarecedor como propositivo. Cito las últimas líneas del libro: «Apostamos, pues, en suma, por un espíritu cooperativo y comunitario como organizador de la vida económica, y esperamos que al final de esta apuesta esté la salida del túnel hacia el alba de una vida nueva en la que [como dice Cervantes por boca de don Quijote] vuelvan a `ser ignoradas las palabras tuyo y mío' y el comunismo deje de ser una fábula o un sueño».

Se lamentaba Bernard Shaw de que un tesoro tan grande como la juventud estuviera en manos de unos niños. Pero no siempre es así: en algunos casos, aunque por desgracia muy poco frecuentes, la energía y la combatividad de la juventud siguen vivas en mujeres y hombres de edad avanzada, formando con la sabiduría acumulada por los años una alianza invencible; Eva Forest nos lo mostró y demostró de forma luminosa, y Alfonso Sastre sigue demostrándolo cada día y con cada nuevo libro.

Dicen que dijo Churchill que quien no es comunista a los veinte años no tiene corazón y quien sigue siéndolo a los cuarenta no tiene cerebro. Y, una vez más, la verdad hay que buscarla en lo contrario de lo que dicen los lacayos del poder: quien no es revolucionario en su juventud no tiene cerebro, puesto que es la pura lógica la que nos hace ver que el capitalismo es una aberración; y quien deja de serlo en la edad madura no tiene corazón (o agallas), pues son el egoísmo y el miedo los que nos alejan de la lucha. Congratulémonos de que el mejor cerebro y el mejor corazón (junto con un par de agallas indoblegables) se hayan dado cita en el mejor escritor vivo de la lengua castellana.