Arantxa MANTEROLA BAIONA
Elkarrizketa
Mathieu CRETTENAND
Doctor-Invest. en Ciencias de la Com.

«Hay que estar dispuesto a bajar el tono para aportar a la resolución»

Trabaja en la función pública en Ginebra (Suiza), en cuya universidad se doctoró con una investigación sobre el papel de los medios de comunicación en el conflicto vasco. Ha analizado el tratamiento de la prensa escrita en los periodos del plan Ibarretxe (2003) y del proceso de Loiola (2005-2007). Acaba de publicar dicho estudio en francés en la editorial L'Harmattan.

Afirma que los medios de comunicación juegan un papel esencial en los conflictos. ¿Es esto algo propio del conflicto vasco?

No, por supuesto. La utilización de los medios viene de lejos. Por poner un ejemplo, ya en la I Guerra Mundial se utilizaba la propaganda de guerra como aporte al esfuerzo bélico. Situándonos en nuestra época, desde hace unos diez o quince años el enfoque se está invirtiendo, es decir, se aborda el rol de los medios en el esfuerzo de la construcción de la paz. Mi estudio sobre el conflicto vasco está encauzado desde ese prisma. Hasta cierta época, digamos que hasta Lizarra-Garazi, hay algunos estudios que analizan la contribución «negativa» de los medios. Yo he querido abrirme a otra posibilidad en un momento en el que se está dando una transformación del conflicto y acercarme a los medios de comunicación y los periodistas para comprender sus lógicas de actuación y la polarización del espacio público en esta fase de transformación. Pero, volviendo a la pregunta, es cierto que el problema de la influencia mediática se da en otros conflictos. Por mencionar dos de ellos: en el conflicto irlandés se han descrito experiencias interesantes de las que aprender para la resolución del conflicto vasco y también existen otros estudios que se han realizado en relación al conflicto palestino-israelí a nivel del periodismo israelí.

Usted sostiene que los medios han ofrecido un espacio público que ha permitido dar a conocer los diferentes discursos de las partes en conflicto. Sin embargo, a renglón seguido dice que sus posicionamientos evidentes hacia un bando o hacia el otro han contribuido activamente a alimentar el propio conflicto. ¿No hay una contradicción en eso?

Me he centrado en el periodo de transformación del conflicto hasta 2011 (abandono de la actividad armada por parte de ETA). Desde el espacio que se abrió con el plan Ibarretxe y el proceso de 2005-2007, en el discurso de los medias se constata una circulación de las ideas pero seccionada, es decir, para tener una idea global hay que leer varios medios. Uno de los problemas que se perciben respecto a lo que podríamos definir como el paso que diferencia el medio de comunicación como mediador del debate democrático al de actor y parte del conflicto es la ausencia de medios que reflejan todas las opiniones. En Irlanda del Norte, por ejemplo, hubo esfuerzos para trabajar en común y favorecer el esfuerzo de la paz. En un momento dado, hubo un editorial común de diversos diarios en ese sentido, algo que se ha revelado muy difícil en España. La ausencia de un medio que fuese capaz de recoger todas las opiniones es palpable en el caso específico del conflicto vasco.

El hecho de que un medio de comunicación sea partidista, ¿es negativo en sí?

No, claro. Eso no es criticable. Un periodista se define por el respeto de ciertas normas deontológicas, por escuchar varias voces, identificar las fuentes, trazar la información, contrastarla... Para mí es esa deontología la que define al periodista más que el hecho de que se identifique con una parte u otra, que no es algo negativo en sí. Pero, cuando he hablado con los periodistas que tratan la información del conflicto he comprobado que se enfrentan a ciertas trabas. Por ejemplo, el acceso a las fuentes es esencial y no todos cuentan con ello o, en algunos casos, los periodistas no citan esas fuentes. Ahora bien, creo que, cuando hay que aportar al esfuerzo de paz, hay que estar dispuesto a bajar el tono para parar la dinámica de conflicto, de confrontación de opiniones, etcétera. Actualmente, es evidente que la situación del debate político en España no ha llegado todavía a ese estadio.

¿Los medios de comunicación pueden o deben contribuir a la construcción de la paz?

Hay un elemento importante que es la calidad o la naturaleza del debate político en una sociedad. Respecto a la cuestión del conflicto vasco, en España hoy en día las posiciones siguen estando muy crispadas aunque se perciben algunos avances. Es indispensable entender la coyuntura del debate democrático ya que va a condicionar el papel de los medios, el comportamiento de los periodistas en el conflicto.

Se observa que, si no hay unidad política en torno a la transformación del conflicto hacia un proceso de resolución, los medios tienden a jugar un papel negativo en la construcción de la paz. En el caso de la sociedad española y la vasca, en general hay un paralelismo, un seguidismo ideológico bastante importante entre los diferentes medios presentes en el conflicto y las formaciones políticas. La prensa a favor del proceso no es muy numerosa en España porque hay pocos partidos políticos que apoyan dicho proceso.

Dice usted que el debate se queda a menudo en las cuestiones de forma, que no se entra en el fondo porque en los medios de comunicación hay una especie de complejo, una especie de competición por demostrar quien es el más democrático.

En relación a la polarización del conflicto vasco, hay que tener presente que cuando, hacia los años 90, ETA decide atacar a políticos y periodistas se abre un periodo muy difícil. A partir de ahí, se da un cambio radical en la posición de muchos periodistas. Es lo que me comentaron muchos de ellos. Es obvio que un periodista que se siente amenazado o tiene que llevar escolta no puede realizar su trabajo correctamente; ya no puede seguir accediendo a las mismas fuentes y el conflicto se ha convertido en algo personal. Llega un momento en que se convierte en un útil para hacer inclinar la balanza hacia un lado, para criminalizar un movimiento. Entre las consecuencias del conflicto también hay que citar a periodistas que trabajan en medios independentistas y que fueron detenidos, condenados, y que hubo medios de comunicación clausurados. En esos casos también resulta imposible hacer su oficio correctamente. Se convierten inexorablemente en parte y actor del conflicto.

En esa situación hay una cristalización que se instala en el espacio del debate público vasco y español y que hace imposible tener debates constructivos sobre el conflicto político. A fin de cuentas, es ese debate el que está aún presente y que va a hacer moverse a la sociedad en los próximos años. Hoy existe un problema institucional y político que va a seguir generando debate. La sociedad española y vasca tendrán que debatir y encontrar soluciones a nivel político, pero en ese punto es muy difícil encontrar elementos de debate en los diferentes medios. Cada uno hace su propia aportación. En el periodo 2005-2007 hubo en los periódicos comprometidos en favor de la paz elementos interesantes: informaron sobre otros procesos similares, sobre cómo se desarrollaron, ofrecieron información a la sociedad para mostrar que era posible. Luego la tregua se rompió y se volvió a la dinámica anterior, pero hay ciertos paréntesis en los que juegan un papel positivo.

¿Se dio entonces una tregua periodística? ¿Era la prensa más objetiva entonces?

En efecto. Podríamos decir que hubo una especie de tregua de tres o cuatro meses, el tiempo que tardó el Partido Popular en reaccionar, en verano, para capitalizar la oposición al proceso.

En su investigación, ha analizado prensa escrita: los diarios GARA, «Deia», «El Correo», «El País», «El Mundo» y «Abc». ¿Considera que es este tipo de medio el que más influencia tiene hoy en día en el tratamiento del conflicto? ¿No tienen mayor peso la televisión, la radio, los diarios digitales o las redes sociales?

En mi opinión, los medios escritos eran los que ofrecían un tratamiento más profundo sobre los temas que me interesaban: la circulación de las ideas, el debate democrático, la confrontación de opiniones... En segundo lugar, está el factor de la importancia de la prensa en el País Vasco. A pesar de la crisis y de que hoy se lee menos y se ve más la televisión, la prensa sigue siendo un medio muy importante. Prueba de ello es el gran número de periódicos existentes en una región más bien pequeña.

Dicho esto, es cierto que la televisión, en particular ciertas cadenas españolas, han influido e impulsado la polarización y criminalización del movimiento abertzale y las posiciones contra la resolución del conflicto. Todos nos acordamos de las imágenes de las persecuciones cuando los presos salieron de la cárcel el invierno pasado o la presencia de ciertas cadenas de televisión en los momentos en que se daban detenciones, lo que revela que existen lazos muy cercanos con la Policía. Este tipo de actuaciones son un verdadero problema en lo que concierne a la práctica periodística, ya que muestra la connivencia con las fuentes, y no me refiero únicamente a las policiales, puesto que cada campo tiene sus «exclusivas» en el acceso a las fuentes.