Natxo MATXIN
Tercer empate consecutivo en El Sadar

Penitencia final por escasa ambición

Los rojillos se dejaron igualar en el tramo final de un choque que careció de ocasiones claras de gol y en el que acertaron a la primera oportunidad de que dispusieron, pero que no acabaron de cerrar al entregarle la iniciativa a un rival más pendiente de la Europa League.

OSASUNA 1

VALENCIA 1

Tercer empate consecutivo en casa de un Osasuna que en las últimas jornadas -lleva cuatro sin perder- no ha sabido sacar el provecho suficiente a su condición de local como para evitarse los problemas de última hora. Lo más preocupante, sin embargo, no es tanto el escaso botín de puntos obtenidos como la impresión de conjunto ahogado por la ansiedad o por la falta de oxígeno.

La percepción resultó palpable frente al Valencia. Cesión casi completa del esférico, poca o nula salida de balón con criterio y defensa a ultranza no solo en propio campo, sino incluso en la misma área. Con todo, tan paupérrima apuesta pudo tener premio triple, lo que demuestra que, de haber puesto algo más de temple sobre el verde tapete de El Sadar, la victoria se habría quedado en casa.

Pero no fue así y el cuadro navarro se ve obligado, una vez más, a bregarse en el barro de los partidos con desfibrilador, bajo el riesgo de que el ataque al corazón pueda ser mortal en esta oportunidad. Con la vista puesta en la dificilísima visita al Bernabéu, tres puntos separan a los de Javi Gracia de la quema y la necesidad de volver a reencontrarse con la victoria a la mayor brevedad posible.

Cierto es que el equipo sigue sumando, pero no con la celeridad necesaria, lo que redunda en la ansiedad del grupo. Bien por no generar ocasiones necesarias, bien por no gozar de acierto, o bien porque no termina de cerrar los partidos -lo que ocurrió ayer-, la situación de riesgo se está alargando en el tiempo, hasta el punto de que más de uno se ve en la última jornada contra el Betis poniéndole velas a San Fermín.

Tal y como se puso de cara el encuentro frente a los chés al transformar prácticamente la única ocasión clara de que se dispuso durante la primera mitad, lo lógico que hubiera cabido esperar del cuadro local a raíz de adelantarse en el marcador es un once mordiendo arriba y cerrando los caminos a un adversario que, de haberse visto en dificultades, y a tenor del importante compromiso europeo que le espera entre semana, habría entregado la cuchara.

Por contra, la escasa confianza en el juego propio -Osasuna no trenzó tres pases seguidos con acierto- le dio alas y motivación a un Valencia con poco que decir en lo que resta de Liga, pero que se encontró sin perseguirlo con la tarea de llevar la manija del choque. A Osasuna parecía bastarle con sujetar al contrario en el último tercio de campo -tampoco es que los chés le creasen serios problemas durante muchos minutos-, pero con el riesgo de que el cántaro fuese tantas veces a la fuente que finalmente acabara quebrándose, como así ocurrió.

Cada vez más atrás

En esta oportunidad, las quejas desde luego no pueden venir por la falta de eficiencia ofensiva. A la primera acertaron los de Javi Gracia gracias al oportunismo de un Oriol Riera que ya ha firmado la docena de goles y va camino de alcanzar a Iván Rosado. La diana del catalán fue, además, un bálsamo inesperado a los muchos balones que los anfitriones estaban perdiendo en medio campo.

Lejos de templar los ánimos, verse por delante en el marcador provocó una especie de acto reflejo para resguardarse en los cuarteles de invierno, como si el preciado tesoro de los tres puntos estuviese a mejor recaudo parapetados lo más atrás posible en lugar de buscarle las cosquillas -y la espalda- a un contrincante forzado a jugar en contra de marcador.

Hasta la actuación arbitral, tan adversa en otras batallas, dejaba pasar un claro penalti por mano voluntaria de Marc Bertrán al filo del descanso, mientras el comienzo de la reanudación perfilaba un lance para cerrar el envite en las botas de un Roberto Torres que buscó con criterio el segundo tanto, pero se encontró con el poste. Demasiado bonito para ser cierto. La cicatería rojilla se fue acentuando con el paso de los minutos y la salida de Jonás resultó determinante. El brasileño equilibró la balanza.

Gracia: «Es una gran decepción, pero seguimos sumando»

El técnico rojillo, Javi Gracia, no pudo ocultar que el resultado final supuso «una gran decepción», con el matiz de que la escuadra navarra «sigue sumando» a estas alturas de temporada, en la que cada punto tiene un valor extremo. «Es lógico que debíamos haber hecho algo más, pero no sé si fruto de ponernos por delante o temer por la victoria, hemos cedido la posesión y terreno, confiando en que el paso de los minutos iba a ser nuestra solución», analizó el preparador iruindarra.

«Aunque suene a poco ambicioso, el punto nos sirve para alcanzar al Elche, con el que tenemos mejor gol average -amplió el míster osasunista-, es la realidad en la que estamos y a la que nos tenemos que acostumbrar. A día de hoy, todos los equipos que estamos abajo hemos perdido juego y estamos más preocupados por los puntos en juego, pero ese no es el camino para conseguirlos».

No tuvo, en cambio, ningún tipo de queja hacia la actitud de los suyos «porque el comportamiento del equipo respecto al esfuerzo ha sido máximo», a la par que valoró al rival, «una escuadra que está en semifinales de la Europa League, que le ganó al Barcelona en su campo y que lleva muchos empates fuera de casa». También habló de los cambios: «Hemos intentado solventar los problemas en las bandas, tratando de contrarrestar sus subidas, sobre todo por el carril izquierdo».

Por su parte, el entrenador del Valencia, Juan Antonio Pizzi, insistió una y otra vez en que su conjunto fue «ampliamente dominador, pero sin crear ocasiones, ni por su parte ni por la nuestra, de ahí que el empate fue justo. Traté de transmitir a mis jugadores que el partido era tan importante para nosotros como para ellos y desde el minuto uno salimos con la intención de ganar el partido». N.M.