Maribi Ugarteburu y Asier Vega
Parlamentaria-juntero en Bizkaia, EH Bildu
KOLABORAZIOAK

Bizkaia sí tiene un problema con los residuos

Como Diputación y PNV sigan haciéndose trampas al solitario, nos vamos a encontrar con un escenario de colapso y de incapacidad para afrontar el reto de reciclar todo residuo que sea reciclable para 2020

Los máximos dirigentes jeltzales han acuñado una serie de etiquetas tópicas en torno a EH Bildu que se encargan de aventar cada día en todos los atriles y micrófonos de Hego Euskal Herria. Una de esas falsas caricaturas nos dibuja rodeadas de bolsas de basura malolientes. Según esa repetida parodia, Gipuzkoa sería un territorio caótico, en el que talibanes de EH Bildu imponen la implantación de postes llenos de basura en nuestras calles, atrayendo a pléyades de ratas que invaden las calles guipuzcoanas. Basura, imposición y caos generalizado.

La realidad cotidiana de Gipuzkoa desmiente todo ese vodevil; bien lo saben las personas que allí viven. Y esa misma terca realidad deja en evidencia la otra cara de la moneda: Bizkaia sí que tiene un problema con la gestión de residuos. El modelo actual de gestión que pivota en Zabalgarbi como piedra angular hace aguas (lixiviados deberíamos decir), por todos los flancos.

Y es que, si bien el portavoz foral Unai Rementeria afirma rotundamente que Bizkaia tiene bien cerrado todo el ciclo de gestión de residuos, el suceso del brote de fiebre Q en la planta de Tratamiento Mecánico Biológico de residuos del monte Arraiz ha venido a ser toda una metáfora de la falsedad de dicha afirmación. En la planta de TMB actualmente aterriza «de todo», literalmente. No existe un protocolo que evite lo que ha sucedido a causa del vertido de residuos animales que ha derivado en dicha fiebre, ni siquiera para detectar el origen del vertido una vez sucedido. La secuencia de despropósitos que hemos vivido en las últimas semanas en torno a la gestión de la crisis de la fiebre Q evidencia una falta de control del flujo de residuos en Bizkaia muy preocupante. Las falsas noticias sobre brotes de fiebre Q en Lea-Artibai no han sido sino señuelos para difuminar el foco del problema, un ejercicio de opacidad y falsedad intolerables en los máximos responsables institucionales de Bizkaia.

A día de hoy la Diputación Foral de Bizkaia no controla el foco del brote aunque haya afirmado lo contrario. Y lo que es más grave, aunque la Diputación de Bizkaia afirmaba que tenían «todo totalmente controlado», trabajadores de dicha planta denunciaban que seguían trabajando, expuestos por lo tanto a la infec- ción y a un stress que el viernes provocaba un grave accidente laboral. Una situación de precariedad laboral intolerable (de las 45 personas en plantilla 30 trabajan en régimen temporal) en unas instalaciones de las que es titular la sociedad foral Garbiker.

Pero, más allá de los sucesos de las últimas semanas y de su penosa gestión, falsear datos sobre la gestión de residuos parece que empieza a ser norma en la entidad foral. Se jactaban los responsables de la Diputación bizkaitarra hace un mes de que Bizkaia ya recicló en 2013 la mitad de sus residuos. Pues bien: un estudio del profesor de la UPV Gorka Bueno ha revelado el fallo metodológico de dicho cómputo. Siguiendo la metodología de medición del ámbito de la Directiva Europea de Residuos resulta que Bizkaia ha reciclado en 2013 solo el 36% de sus residuos.

Paralelamente, asoman las dudas sobre la eficiencia energética y la viabilidad económica de Zabalgarbi, piedra angular del sistema actual de gestión de residuos en Bizkaia. Según denun- ciaba en febrero un estudio de Ekologistak Martxan, Zabalgarbi no alcanza los baremos de eficiencia energética necesarios para ser catalogada como planta de revalorización energética. Un dato: en 2013 hubo 132 días durante los cuales Zabalgarbi no produjo ni un watio de energía eléctrica. Simplemente incineró residuos. Por lo tanto, un 36% de lo incinerado no fue «revalorizado». Zabalgarbi se alimenta de privilegiadas inyecciones de dinero público fundamentadas en la producción de energía renovable; en 2012 recibió 20 millones de euros, nada menos. Si bien es dudoso calificar como renovable la energía proveniente de la quema de residuos, aun entrando en esa clasificación, resulta que sólo el 15% de la energía que produce Zabalgarbi cabe bajo esa etiqueta: el resto deviene de la quema de combustible fósil (gas natural) en un sistema de ciclo combinado. Si caen las mega-ayudas públicas, los números de Zabalgarbi no dan de sí. Por cierto: llevamos dos meses esperando a que el diputado foral de medio ambiente Josu Madariaga comparezca en Juntas Generales para explicar todas estas cuestiones respondiendo a la solicitud de EH Bildu. ¿Cuál es el problema para no atender a dicha solicitud y comparecer en sede parlamentaria? Resulta una aberración y muestra de una cultura política caciquil propia de otros tiempos.

Pero eso no es todo. Mientras en la «Gipuzkoa caótica de Bildu con sus basuras» los actuales vertederos ya tienen fecha de cierre (2014 y 2015), en Bizkaia el vertedero de Artigas cerrará en 2019, y el de Jata ni siquiera cuenta con fecha prevista de clausura.

Y no olvidemos que gran parte de los residuos que recaen en vertederos, lo hacen desde la propia Zabalgarbi, entre ellos, toneladas de residuos tóxicos provenientes de la incineración.

En Bizkaia sí tenemos un problema con la gestión de residuos. Y es que como la Diputación Foral de Bizkaia y el PNV sigan haciéndose trampas al solitario con este tema, nos vamos a encontrar con un escenario de colapso y de incapacidad para afrontar el reto de la directiva europea que dibuja el 2020 como año-horizonte para reciclar todo residuo que sea reciclable.

Está quedando en evidencia que los cantos populistas a la irresponsabilidad como aquella famosa frase del fallecido Iñaki Azkuna que rezaba que los ciudadanos «solo se tienen que preocupar por sacar la basura, y del resto ya nos ocupamos nosotros» nos han traído en Bizkaia a una peligrosa vía sin salida. Es hora de trabajar codo con codo, por encima de siglas, en los municipios y en las comarcas, hacia un objetivo de máximo reciclaje, estudiando para ello las diferentes opciones de recogida selectiva y de tratamiento. Es hora de abandonar el populismo y de aportar soluciones de futuro, sin trampas.