Cinco activistas prorrusos murieron ayer en los enfrentamientos que siguieron al asalto que tropas de élite ucranianas lanzaron contra el bastión insurgente de Slovyansk, en el este del país, informó el Ministerio de Interior de Ucrania. Fuentes prorrusas confirmaron varias muertes en sus filas, sin concretar el número.

Esta ofensiva mortal, en la que participaron al menos dos columnas de carros blindados que destruyeron tres de los puestos de control levantados en los accesos a la ciudad, fue denunciada por Rusia, que respondió con nuevas maniobras militares en la frontera. Los blindados se retiraron a media tarde.

Estos movimientos dieron un giro preocupante a la situación.

«Nos vemos obligados a reaccionar ante este desarrollo de la situación, A partir de hoy, iniciamos maniobras de batallones tácticos (...) en las zonas fronterizas con Ucrania», señaló el ministro ruso de Defensa, Serguei Shoigu, quien advirtió de que «la maquinaria militar» desplegada por Kiev en Svolyansk tiene que ser detenida para evitar «una gran cantidad de muertos y heridos».

Los activistas prorrusos esperaban otro asalto anoche, después de que medios locales apuntaban a que las nuevas autoridades ucranianas habrían suspendido nuevamente su operación «antiterrorista» después de que Rusia lanzara sus maniobras militares a pesar de haber asegurado que no darían marcha atrás.

Instantes después del anuncio de Shoigu, el presidente interino ucraniano, Oleksandr Turchinov, exigió a Rusia el repliegue de sus tropas y que cese su injerencia en los asuntos internos del país.

Su Ministerio de Exteriores apeló a los acuerdos alcanzados en Ginebra para que Rusia explique y detalle sus maniobras en un plazo de 48 horas, al tiempo que acusaba a Moscú de «exportar terroristas» a su territorio.´

«Nos defenderemos», aseguró el viceministro, Danylo Lubkivsky, quien alertó de que la situación es «explosiva» y de que el presidente de Rusia, Vladimir Putin, es «impredecible», y pidió a EEUU que apruebe «lo antes posible» sanciones más duras contra Moscú para frenar su «ataque desvergonzado».

Desde Tokio, el mandatario estadounidense, Barack Obama, señaló que la Casa Blanca tiene ya nuevas sanciones preparadas.

Putin advirtió a Kiev de que las operaciones de castigo contra la población en el sureste tendrán consecuencias tanto para los que las ordenaron como para las relaciones bilaterales ruso-ucranianas. Sostuvo que «si realmente el actual régimen de Kiev ha empezado a emplear al Ejército contra la población de su propio país, se trata de un crimen muy grave».

Serguei Lavrov, su canciller, tachó de «criminal» la decisión del Gobierno de Ucrania de emplear al Ejército para solucionar la crisis, e insistió en que EEUU debe utilizar su influencia sobre Kiev.

La Asamblea de Donetsk exigió al Gobierno de Kiev que retire a sus tropas. «Si las actuales autoridades quieren conservar Ucrania, deben trasladar el enfrentamiento al ámbito político», dijo.