Iker Casanova Alonso
Militante de Sortu
GAURKOA

Los grandes gestores

Decía Einstein que es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio. Los psicológos están de acuerdo. Lo llaman sesgo de confirmación. Una vez que adoptamos una idea, tendemos a filtrar la realidad para que corrobore nuestra visión preconcebida, seleccionando los hechos que refuerzan nuestra opción y rechazando los que la contradicen. Sólo este fenómeno puede explicar que en la sociedad vasca el PNV siga siendo un partido asociado a la eficacia en la gestión política, incluso para votantes de otros partidos. El hecho de que el PNV haya gobernado casi interrumpidamente en la mayor parte del país durante muchos años hace que muchas personas relacionen determinados cambios positivos de las últimas décadas con la acción de este partido.

Gracias a ello se ha convertido en una convención muy extendida afirmar que el PNV es un buen gestor y que por eso aquí estamos mejor que en otras partes. Basándose en el sesgo de confirmación, en la comparación con España y en la permanente acción propagandística a favor del PNV de los medios de comunicación, el partido jeltzale ha logrado hasta ahora eludir el desgaste que le debería haber supuesto una labor institucional plagada de sombras. Cría fama y échate a dormir. Porque si atendemos al análisis de lo realmente acontecido en los últimos años nos encontramos con multitud de actuaciones del PNV que se pueden encuadrar dentro de las categorías del despilfarro, la negligencia y el clientelismo. Sin ánimo de ser exhaustivos, repasaremos algunos de los mayores éxitos de la gestión jelkide.

Empecemos por las carreteras. La autopista Supersur ha costado 1.000 millones de euros y un grave destrozo ecológico. Su utilización no llega al 50% de lo previsto y no genera recursos ni para su mantenimiento. Rescatar las empresas constructoras de los túneles de Artxanda, que son utilizados por un tercio de los usuarios previstos, ha costado 62 millones. En Gipuzkoa, la obsesión por construir carreteras de la anterior Diputación ha generado una deuda de 900 millones. En total, la deuda de las tres empresas forales de carreteras es de 2.000 millones, es decir, cada habitante de la CAV ha contraído una hipoteca de 900 euros para pagar un sistema de carreteras caro, sobredimensionado y diseñado para promover el transporte privado en coche.

El TAV merece un capítulo aparte. Un proyecto que avanza sin tener definidas sus conexiones, sin fechas, sin informes de rentabilidad, engullendo el 70% de la inversión del Gobierno vasco de este año. Un proyecto inútil a través del cual los ciudadanos de a pie subvencionaremos a los ricos para que viajen más rápido. Un desastre económico y ecológico valorado en no menos de 5.000 millones, cantidad que bien invertida sería más que suficiente para la construcción de una red de transporte público que solucionara definitivamente todas las necesidades de comunicación del territorio.

Miremos a las cajas de ahorros gestionadas por personas afines al PNV. Kutxa Gipuzkoa fue arruinada a base de expansión e inversiones injustificables. Tras trampear los balances para ocultar la situación de pérdidas, la integración en Kutxabank fue un rescate encubierto y aun así, a día de hoy Kutxa es incapaz de hacer frente a sus compromisos con la obra social. La mayor dimensión de BBK ha salvado a la caja vizcaína de los apuros de la guipuzcoana, pero su gestión no ha estado exenta de chapuzas. Por mencionar sólo dos, la absorción de Caja Sur, que supuso asumir un agujero de cientos de millones y los 116 millones que pagó por la compra de unos terrenos inútiles en el proyecto Puerta Bilbao. El siguiente paso del PNV es la privatización de Kutxabank, el robo del siglo a la ciudadanía vasca.

En Bilbo, presentada como escaparate de la buena gestión jelkide, ya no hay proyectos emblemáticos y sí aflora una deuda oculta. En el BEC, al mejor estilo PNV, se diseñaron antes los gigantescos edificios que un plan de uso y viabilidad, lo que ha desembocado en un coste de 600 millones, una deuda de 400 y unas instalaciones infrautilizadas. La lista podría ser interminable. Euskaltel nació bajo control público y hoy la mayoría de su capital está controlado por fondos extranjeros. En el camino, la pérdida de 222 millones tras la desastrosa gestión de la ruptura con Orange. Otros proyectos memorables: Epsilon Euskadi (pérdidas de 40 millones), Hiriko (18 millones), vacaciones fiscales (500 millones de devoluciones para las empresas y 50 millones de multa a las diputaciones.)... En el ámbito municipal, numerosos ayuntamientos se hayan prácticamente en quiebra por las actividades inmobiliario-especulativas de los alcaldes jeltzales...

Algunos proyectos ruinosos, felizmente, han quedado aparcados. El PNV quería ampliar el puerto de Pasaia destrozando un amplio espacio de costa. El nuevo puerto estaba diseñado para mover 17 millones de toneladas. Actualmente el puerto de Pasaia mueve tres millones. La obra del puerto exterior estaba presupuestada en 1.000 millones. Habría costado siete veces más que el aeropuerto de Castellón y habría estado igual de vacío. La incineradora de Gipuzkoa estaba presupuestada en más de 300 millones y diseñada para quemar 260.000 toneladas de basura. Hoy se generan sólo 190.000 toneladas de residuos no tratadas y la cantidad desciende año tras año. ¿Para que serviría la incineradora si estuviera construida? ¿Para importar basura?

Algunos datos pueden ayudar mejor a entender estos «errores» en la gestión. El PNV es el partido de todo el Estado que proporcionalmente ha recibido más donaciones «anónimas», oficialmente más de 20 millones en los últimos años. La dependencia del PNV de las donaciones de empresas quedó en evidencia cuando, ante la propuesta de suprimirlas, el portavoz del partido en Madrid afirmó que se tendrían que aumentar las subvenciones de las formaciones políticas «automáticamente, en el presupuesto público». El PNV tiene la segunda sede más cara de entre los partidos políticos del Estado, sólo superada por la del PP en Génova. Casi cada servicio privatizado en este país tiene por medio alguna empresa cercana al partido, da igual que se trate de la gerencia de un polideportivo, la gestión de aguas o la instalación de castillos hinchables. Las puertas giratorias entre el partido, la empresa privada y la administración están muy bien engrasadas desde Sabin Etxea.

Euskal Herria tiene grandes carencias y desigualdades y manifiesta una clara tendencia a empeorar en el ámbito socioeconómico. A pesar de ello, es aun un buen lugar para vivir. Al margen de la identificación subjetiva que nos lleva a querer especialmente lo propio, los datos estadísticos revelan que nuestro país es uno de los de mayor desarrollo humano del mundo. Esta realidad no es fruto de la gestión del PNV, sino (además de los factores geopolíticos) el resultado de la obra colectiva de un pueblo que, sin caer en idealizaciones o simplificaciones, tiene en alta estima el trabajo, la libertad, la igualdad y la justicia. Y es una situación que viene de muy atrás. Podemos remontarnos siglos, pero baste decir que durante el franquismo las provincias vascongadas eran también las más ricas del Estado y a nadie se le ocurría atribuir tal hecho a Franco.

En este artículo me he centrado principalmente en las infraestructuras, pero igualmente podríamos hablar de la política fiscal, educativa, laboral, industrial, energética... El PNV gestiona mal. Gestiona mal porque por su ideología favorece solo a la elite económica y empresarial, por sus intereses clientelares y partidistas y por su falta de capacidad técnica. El mito de su capacidad gestora es sólo eso, un mito, alimentado por una enorme maquinaria propagandística. Si los miles de millones derrochados por el PNV se hubieran utilizado para reforzar el modelo productivo, renovar la tecnología, impulsar la educación... a pesar de la crisis global, hoy estaríamos en otra situación. El PNV no tiene una política ante la crisis. Instalado en el puro regionalismo, no tiene ni siquiera una estrategia de burguesía nacional, como lo prueba la privatización de Kutxabank y Euskaltel, la inoperancia ante la situación de Fagor, La Naval...

Tan solo nos dicen que la crisis pasará y que estamos mejor que en España. Si solo nos comparamos con el último de la clase, podemos encontrarnos estúpidamente satisfechos siendo los penúltimos. La publicación de los datos europeos de desempleo por regiones ha dejado como titular la presencia destacada de regiones españolas en los primeros puestos. Pero si miramos los detalles, veremos que el País Vasco y Nafarroa aparecen clasificados junto a todas las comunidades de España en el grupo de las regiones con más alta tasa de paro de Europa. 17% de paro y creciendo. El modelo PNV está agotado. Necesitamos un cambio profundo y lo necesitamos ya.