Agustín GOIKOETXEA

Ormazabal conocía que el proyecto de incineradora estaba sobredimensionado

El exdiputado de Desarrollo Sostenible y expresidente del Consorcio de Residuos de Gipuzkoa, el jeltzale Carlos Ormazabal, conocía que el proyecto de la incineradora de Zubieta estaba sobredimensionado, según se desprende de informes técnicos encargados por GHK.

En sucesivas revisiones a cargo de una ingeniería encargada de la evaluación de los pliegos del proyecto de incineradora, los técnicos llegaron a la conclusión de que Gipuzkoa no dispondría de los residuos necesarios para que los hornos de Zubieta funcionasen en condiciones óptimas. Esa advertencia era conocida por los promotores de la infraestructura, que tomaron la decisión de seguir adelante con sus planes a pesar de la inversión millonaria para las arcas públicas y los riesgos.

La asistencia técnica externa IBH Consulting Engineers redactó un informe a lo largo de 2009 y 2010, fundamentado en tres análisis, que cuestionaba que el Consorcio de Residuos (GHK) fuera a disponer de las basuras necesarias para alimentar las calderas.

Esa información la conocía el presidente del GHK, Carlos Ormazabal, al igual que otros miembros del Gobierno foral de Markel Olano. Para 2016 se contemplaba tratar al año en la planta 203.868 toneladas, lo que para los ingenieros suponía que los hornos iban a funcionar «por debajo de su cargo de diseño», según se desprende del informe al que ha accedido GARA.

La asistencia técnica externa hizo saber a los gestores del proyecto que, para conseguir que la instalación funcionase a su rendimiento óptimo, se deberían incinerar 16,25 toneladas a la hora y no las 12,74 estimadas. Los ingenieros llegaron a la conclusión de que se necesitarían 260.000 toneladas al año para alimentar sus hornos.

Con el diseño que había aceptado GHK para las calderas no había materiales suficientes para incinerar. En ese escenario, IBH Consulting Engineers propuso al Consorcio que presidía Ormazabal «concluir preacuerdos y/o compromisos de contratos con otros proveedores de residuos», ya fueran del propio herrialde -la quema de otros residuos no gestionados por la entidad- o importar basuras.

En su valoración, se reitera que es obligado ese aporte de residuos a la planta para que el futuro gestor de la incineradora de Zubieta no rompiese el contrato. Se apuntó a que ello se iba a verificar en la fase de pruebas y la posterior explotación.

Esa decisión de continuar adelante con el proyecto, a pesar de que no era viable y que se advirtió en nuevas comunicaciones por expertos, supuso afrontar una indemnización de ocho millones de euros y, además, atender mensualmente un desembolso de 500.000 euros para ir amortizando el swap contratado para satisfacer las cuotas de los créditos. Lo curioso es que, en el contrato rubricado por Ormazabal con La Caixa el 24 de enero y 1 de febrero de 2011, queda al descubierto que el presidente de GHK desconocía las características del producto especulativo que suscribía. Se ve con claridad en las respuestas marcadas en el test que debió formalizar el diputado foral de Desarrollo Sostenible.

«El servicio o el producto de referencia -el swap contratado luego- no es adecuado para usted por no poseer los conocimientos o la experiencia necesarios para comprender y valorar los riesgos que implica», concluía la entidad bancaria en su informe.