Iñaki IRIONDO
Análisis | Histórica cadena humana por el derecho a decidir

Sois la hostia

La movilización ciudadana de ayer evidencia la existencia de un pueblo más vivo que lo que pretende la opinión publicada, radiada y televisada; un pueblo que se ha ganado a pulso disfrutar hoy del presente, recordando la enorme gesta de ayer, y poder decidir libremente su futuro. A quienes ayer llenaron los arcenes les corresponde ahora empujar a sus representantes políticos para que no decepcionen la ilusión traspasada de mano a mano.

Abdiquen los magistrados de la Sagrada Congregación para la Doctrina de lo Políticamente Correcto de intentar que corrija un titular tan biensonante. Tentado estoy de repetirlo aquí en mayúsculas. Pero una cosa es perder la mala educación y otra transgredir las normas tipográficas del periódico. Dicho está y dicho, además, como lo siento. Visto lo de ayer uno no puede quedarse en la contención del análisis, porque solo la ruptura de la norma puede definir un puñetazo social, ciudadano y político semejante como el que esta parte mayoritaria del pueblo vasco dio sobre un tablero de ajedrez en el que unos pocos mueven todas las fichas, desde los reyes hasta los castillos y peones. «Queremos decidir y debemos hacer que esté en nuestra mano», rotulásteis sobre el mapa de Euskal Herria 150.000 enormes hormiguitas.

¿Y ahora qué? Pues, para empezar, disfrutar el ahora. Volver a ver los vídeos y las fotos, recordar las conversaciones, el ambiente de la ida y la vuelta en el autobús, la comida compartida y las botellas que también pasaron de mano a mano. (¡Qué calor! ¿Verdad?) Regocijarse en el compañerismo compartido, en la sorpresa de encontrarte a quien no esperabas, en el brillo de los ojos de los militantes más veteranos y también en el de -por otros motivos- los más jóvenes que tuvieron que hacer un esfuerzo para escapar de la cama. Hoy es un día para el orgullo merecido, para decir «yo estuve ahí» o «yo estaba con ellos» ¿O cree alguien que reunir a 150.000 personas en los arcenes de la carretera desde Durango hasta Iruñea no es una tarea hercúlea que merece cuando menos dedicarle un tiempo al deleite?

Gure Esku Dago es un esfuerzo organizativo ante el que solo cabe quitarse la txapela. Que haya habido localidades en las que se ha movilizado más de un 10% de su población muestra que existe en este pueblo una ilusión por decidir que algunos se empeñan en no ver y otros muchos en ocultar.

Son abundantes los obstáculos para que estas cosas no salgan bien. Si podéis, buscad en los periódicos más vendidos de este país qué espacio le dedicaban ayer a una movilización insólita en la que se sabía de antemano que iban a participar más de 100.000 personas. ¡Como si 100.000 personas se juntaran cada día! ¡Y en fila india! En uno de ellos, un breve titulando con el delegado Urquijo. En otro, unos centímetros cuadrados más. Menos, muchísmo menos, de lo que le dedicaron a la cadena catalana. Por encima de la opinión publicada, la cadena fue un éxito, pero también es motivo de reflexión: nuestro camino hacia el futuro precisa de nuestros propios medios.

Catalunya está siendo en este periodo inspiradora de muchos movimientos y no se puede negar que la iniciativa de ayer bebe de sus fuentes. Pero para quienes se pierden siempre en las comparaciones, habrá que recordarles que la cadena humana del pasado 11 de setiembre fue la última -hasta el momento- de una larga serie de movilizaciones masivas por el derecho a decidir y la independencia. En Euskal Herria, a la primera se han hermanado 150.000 personas a lo largo de 123 kilómetros.

Este es, por tanto, un indicativo de que también aquí existe una efervescencia social que se muestra en toda su inmensidad cuando se le ofrece cauce. Y en este apartado no debiera preocuparnos el discurso unionista de que la autodeterminación es un tema que no interesa o que nadie se levanta de la cama pensando en ello sino en el paro o los problemas económicos (Para los independentistas es evidente que mejor nos iría en temas económicos siendo liebres). Lo que debe ocuparnos son los intentos de adormecer el movimiento que se dan desde partidos abertzales.

Hablando claro, que Carlos Urquijo lance sus bravatas desde el cuartel de Araca le va en el suelo de seudovirrey. Pero ¿dónde estaba ayer el lehendakari? Se puede entender que desde su cargo institucional no asistiera a la cadena humana que reivindicaba parte de su programa de Gobierno. Lo que resulta más difícil de asimilar es que a la misma hora acudiera a un acto sectario. Si el lehendakari de todos no puede estar con quienes le creía de los suyos, ¿puede estar entre obispos y jerarcas del PP? ¿Debe respeto a los «no-proderecho a decidir» pero lo niega a los no-católicos?

El lehendakari dijo que lo de ayer es «ejemplo de trabajo compartido por todos para recuperar un bien histórico, adaptarlo a los nuevos tiempos y proyectarlo al futuro». Expresión del «alma de este pueblo» que debe ser «botón de muestra para la Euskadi del futuro». Hablaba de la obra de reconstrucción de la catedral de Gasteiz, no de 150.000 personas, mano con mano, reivindicando el derecho a decidir.

La cadena humana de ayer ha puesto el listón muy alto: para quienes asistieron y lo apoyaron, porque deben intentar que el derecho se pueda ejercitar, y para los partidos que la sustentaron, porque han de posibilitarlo sin defraudar a tanta gente. Una doble tarea cuyo motor, como se demostró ayer, está en el pueblo, en todas esas personas que, una a una hasta hacer decenas de miles, entrelazaron sus manos.

De Catalunya hemos aprendido que la presión ciudadana puede convertir en posible lo imposible. De momento, no ha logrado que el Estado asuma el envite, pero sí que un partido tan de orden como CiU no haya tenido más remedio que ponerse a la cabeza de la manifestación. Esa es la tarea que ahora está abierta también en Euskal Herria.

Por ejemplo, después de lo de ayer resulta difícil de entender que la ponencia de autogobierno del Parlamento de Gasteiz vaya a perder un año en escuchar a dos personas cada quince días. A todas ellas se les podría pedir ya que envíen sus aportaciones por escrito en el plazo de un mes.

Lo que ocurre es que, como afirmaba el presidente del EBB, Andoni Ortuzar, la de ayer fue «una mañana bonita, emotiva, cargada de simbolismo», pero, como declaró con antelación a «El Diario Vasco», «la nueva política en Euskadi empezará tras las elecciones municipales y forales». Comicios que, por ejemplo, en Nafarroa se presentan como fuente de ilusión, y que en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa vienen marcados por el pacto que PNV y PSE firmaron el pasado mes de setiembre.

Pero en política el futuro no está esculpido en piedra, sino que depende, cuando se pelea, de la voluntad popular. Y como se vio ayer -escrito queda- en este pueblo somos la hostia.