José Steinsleger
Periodista
GAURKOA

Argentina y la «'malvinización' (¿maldición?) jurídico-financiera»

Se refiere el autor a la situación de Argentina, país que corre el riesgo de entrar en suspensión de pagos a causa de los inversores que tienen bonos impagos de ese país. Este grupo de «superbuitres» compró bonos basura de Argentina por 48,7 millones de dólares y ahora, siete años después, exigen 832 millones. Según una sentencia de La Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos, Argentina debería pagar a corto plazo 15 mil millones de dólares, correspondientes a los bonos en «default» que no entraron al canje, tanto como el 50 por ciento de las reservas del país. Argentina asegura que «quiere pagar, pero no la dejan», lo que en palabras de Steinsleger, quiere decir que no le dejan «por haber levantado a un país en quiebra, y con las mismas reglas del capitalismo».

El precario y frágil equilibrio político del mundo (¿paz?) descansa sobre tres realidades que en el siglo pasado habrían encerrado al politólogo, pitonisa o filósofo que así lo hubiera esbozado: un país comunista que tan sólo 40 años atrás era pobre, y hoy los ricos agradecen su hipercapitalista proceso de acumulación; un Papa que en el Vaticano encendió el ventilador y, a diferencia de otros, parece creer en la palabra de Jesucristo; un zar con armas nucleares, que al mundo dicta serenísimas clases de geopolítica elemental.

Otros escenarios lucen más inquietantes:

1) La tiranía financiera de Wall Street y el avance del llamado Tea Party, dispuestos a redoblar el brutal capitalismo analizado por Marx.

2) El default del integrismo islámico/ sionista, que hasta la semana pasada proponía invadir a Irán, y hoy lo convoca para atacar a Irak.

3) Neohitleres de aldea, nobles de pacotilla y tecnócratas de utilería que en Europa, con otro estilo, anhelan marchar como en sus épocas de gloria.

En el cuadro, algunos países de América Latina persisten en brillar con luz propia: la incandescente voluntad política de Cuba heroica;

el combativo desmadre de Venezuela bolivariana;

la «revolución ciudadana» que puso a Ecuador en el mapa;

las «tensiones creativas» de Bolivia irredenta;

la independencia y soberanía de Brasil (con o sin copa), y

la tenaz lucha de Argentina contra el colonialismo británico en Malvinas, los fondos buitre (perdón... holdouts), y las derechas sin pueblo que la desestabilizan junto con las izquierdas sin votos.

Fijemos la mirada en el último país que, en pocos días más, podría entrar en default (cesación de pagos), en caso de no «honrar» al parasitario y minúsculo grupo de holdouts que viven en las islas Caimán.

Pero antes de seguir con la «malvinización jurídico-financiera» (Alfredo Jalife-Rahme), detengámonos en el insidioso comentario del escritor nicaragüense Sergio Ramírez, al decir que en Malvinas «...viven ciudadanos británicos... y como son la mayoría, pueden decidir ser parte de Inglaterra por su libre voluntad votando en un plebiscito» («Nauru y Tuvalu», «La Jornada», 19/6/14).

Quien suscribe entiende que el odio de Ramírez al presidente Daniel Ortega (así como su lealtad a la firma «Vargas Llosa y asociados») lo tenga del tingo al tango. Sin embargo, sorprende que la probada erudición del autor de «Charles Atlas también muere» omita que el reclamo argentino sobre Malvinas equivale al Tratado Altamirano-Harrison, por mediación del cual Gran Bretaña reconoció la soberanía de Nicaragua sobre la costa de los Mosquitos (19 de abril de 1905).

Sigamos. En 2005, cuando el presidente Néstor Kirchner propuso la restructuración de la deuda, 93 por ciento de los holdouts entraron a la renegociación, y 7 por ciento la rechazaron. Tres años después, este grupo de «superbuitres» compró bonos basura de Argentina por 48,7 millones de dólares, y hoy exigen que se les paguen 832 millones in cash. Más de un mil 600 por ciento en sólo siete años...

La Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos (¿«independiente»?) convalidó el fallo del juez neoyorquino Thomas P. Griesa en favor de los superbuitres. Que, de hacerse efectivo, obligaría a pagar a corto plazo 15 mil millones de dólares, monto que representa el total de los bonos en default que no entraron al canje y equivale a 50 por ciento de las reservas de Argentina. ¿Por qué 15 mil millones? Porque los buitres que negociaron sentiríanse «discriminados» y, por consiguiente, reclamarían lo suyo.

En «Bajo la lupa» (22/6/14), el colega Jalife-Rhame explicó con lucidez otros entretelones y las consecuencias financiero-globales de un caso que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner no dudó en calificar de «extorsión». Y así lo expuso su gobierno en los principales medios impresos de Estados Unidos: «Argentina quiere pagar, pero no la dejan». Leáse: no la dejan por haber levantado a un país en quiebra, y con las mismas reglas del capitalismo.

Otros análisis, sin embargo, se prestan a confusión. Así, el escrito por el jefe máximo de una de una de las 426 sectas de la «IV Internacional» (sic) lleva el justo título «Argentina: foto de un despojo a mano armada» ( «La Jornada», ídem). Sólo que para sorpresa de los aficionados, el «análisis» juega bien en el primer tiempo, y en el segundo patea a favor del equipo contrario.

El autor de marras nos recuerda que la «izquierda argentina» (sic) sostiene que «...la soberanía jurídica no se regala, las deudas ilegítimas no se pagan y es posible cobrar un impuesto especial a las grandes fortunas (que contrajeron las deudas...)». Claro que sí. Bien: ¿cómo sigue? Restaría por indagar, entonces, con qué fuerzas políticas reales se alcanzaría tan noble própósito revolucionario.

En tanto, habrá que considerar lo apuntado por Jalife-Rhame: «¿Están preparados los mandatarios de Sudamérica para confrontar la guerra financiera multifactorial que ya empezó contra Argentina, cuando detrás del asalto financierista buitre se busca cercar a Brasil, su primer socio geoeconómico sudamericano?».

©La Jornada