@zalduariz
Iruñea

Crisis sí, crisis no

«Hemos cruzado el cabo de Hornos» fue la expresión escogida por el presidente español, Mariano Rajoy, para asegurar que lo peor de la crisis ya ha pasado. El optimismo del PP viene parcialmente avalado por los resultados macroeconómicos, pero queda manifiestamente desmentido por la realidad social, donde la brecha entre ricos y pobres no deja de crecer, como deja de manifiesto el último informe de la OCDE.

Un hombre se dispone a pasar la noche en la plaza de Correos de Gasteiz. (Juanan RUIZ/ARGAZKI PRESS)
Un hombre se dispone a pasar la noche en la plaza de Correos de Gasteiz. (Juanan RUIZ/ARGAZKI PRESS)

Dos noticias del mes de marzo como punto de partida: el grupo Inditex, del magnate Amancio Ortega, presentó sus resultados financieros correspondientes al ejercicio 2013, año en el que el grupo textil obtuvo un beneficio neto de 2.377 millones de euros. El mismo día, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) presentó un demoledor informe que, entre otras cosas, deja demostrado que el español ha sido el Estado en el que más han crecido las desigualdades sociales y la brecha entre ricos y pobres durante la crisis.

Ambas noticias ofrecen dos puntos de vista sobre la actual coyuntura económica. La noticia de Inditex es a la que el Gobierno español se agarra como a un clavo ardiendo –máxime en periodo preelectoral–, creyendo, como mandan los cánones, que los buenos resultados de las grandes empresas repercuten positivamente sobre la sociedad. Si es así, no cabe extrañarse del optimismo de Rajoy, Montoro y otros miembros del Gobierno, ya que las empresas del Ibex 35 sumaron en 2013 un beneficio neto de más de 20.000 millones de euros –Inditex fue la última en publicar sus resultados–. Y pese a ello, cabe destacar que es uno de los ejercicios más pobres del Ibex 35 en los últimos años.

Al otro lado, el informe de la OCDE desmiente la versión del Gobierno –como muchísimos otros indicadores, este informe es simplemente el último– al demostrar que la desigualdad social sigue aumentando a ritmo galopante. Según este organismo, durante los años de la crisis, los ingresos de las familias más pobres del Estado español han descendido un 10%, mientras que los ingresos de las familias más ricas solo se han reducido un 1%. Eso sin tener en cuenta que, evidentemente, no es lo mismo perder un euro cuando tienes 10 que cuando tienes 1.000.

Otras cifras del informe que vienen a decirnos lo mismo: la distancia entre los más ricos y los más pobres en el Estado español creció un 50% tan solo durante los tres primeros años de la crisis. Dicho de otra manera: en 2007, los ingresos del 10% de los hogares más ricos multiplicaba por 8,7 los ingresos del 10% más pobre. En 2010 esta diferencia se disparaba hasta multiplicarse por 13,1. Y cabe suponer que en los últimos tres años la cifra no habrá precisamente disminuido.

Con estos datos, tampoco cabe sorprenderse por los resultados de otro informe, en este caso de Cáritas, en el que se señala que el Estado español es el segundo de Europa en casos de pobreza infantil.

¿De la macroeconomía a la microeconomía?

Uno de los mantras del Gobierno del PP es que las mejoras en la macroeconomía tardan en notarse en la microeconomía, que no deja de ser la economía real, la del día a día. Y es por eso, dicen, que en la calle todavía no se nota tanto que estamos saliendo de la crisis. Evidentemente, cuesta notarlo con un paro que sigue en el 26%, según la última Encuesta de Población Activa (EPA).

Pero más allá de la evidencia de que la mejora apenas se ha notado en la economía real, cabe preguntarse sobre la validez del mencionado mantra. Si tomamos como referencia, justamente, a las empresas del Ibex 35, la afirmación queda rápidamente desmentida, ya que no ha habido ni un solo año de la crisis en que el resultado global de estas 35 empresas haya registrado pérdidas. De hecho, el año más flojo para ellas fue 2012, cuando el beneficio neto se situó en unos 12.000 millones de euros –por el agujero de Bankia y algunas constructoras–, mientras que en 2010 consiguieron un beneficio récord de 50.000 millones, superior al de los años de bonanza.

Mirados los números globales, por lo tanto, resulta difícil hablar de crisis en las grandes empresas; de ahí el valor de estudios como los de la OCDE, que reflejan y ponen cifras a lo que la sociedad percibe: que la crisis existe, pero que no son precisamente las clases altas quienes la padecen. Con un paro que a todas luces tardará en bajar –el mismo Gobierno español prevé que se sitúe en un 25,9% en 2014, supuesto «año de la recuperación»- y una deuda pública que no tardará en llegar al 100% del PIB –y que explica en buena parte los beneficios continuados de las grandes empresas, sobre todo de la banca–, resulta difícil hablar de la salida de la crisis, a no ser que por crisis entendamos únicamente el apuro por el que en algún momento hayan podido pasar las rentas más altas y las empresas más grandes.

No está demás, para acabar, recordar las palabras que el cuarto hombre más rico del planeta, Warren Buffet –justo por detrás del ya citado Amancio Ortega–, ha pronunciado en más de una ocasión: «Existe la guerra de clases, de acuerdo, pero es mi clase, la clase rica, la que está haciendo la guerra, y estamos ganando».