Karlos ZURUTUZA Erbil

El «salvaje oeste» iraquí se prepara para las urnas

Víctimas del fuego cruzado entre las fuerzas de seguridad y grupos insurgentes, suníes de Irak celebran la fundación de un nuevo partido político en vísperas de las próximas elecciones generales del 30 abril.

Son líderes tribales, políticos y religiosos pero también hay abogados, ingenieros y profesionales de todos los ámbitos. Son todos árabes suníes llegados de Mosul, Faluya, Samarra, Tikrit... y el resto de las localidades iraquíes en las que la guerra parece no haber acabado a once años tras la invasión del país.

Se han reunido en Erbil (capital de Kurdistán Sur) para celebrar la creación de Karama (Dignidad, en lengua árabe), un nuevo partido político que concurrirá a las próximas elecciones generales del 30 de abril.

Si bien no se espera que ninguno de los bloques consiga la mayoría de los 328 escaños del Parlamento iraquí, los sondeos apuntan a Nuri al-Maliki como favorito.

Para Afifa Agus al-Jumaili, candidata por Karama, un tercer mandato consecutivo de Al-Maliki sería desastroso.

«Nuestras provincias se han convertido en una zona de combate entre las milicias tribales, agentes de Al Qaeda y el Ejército chií de Al-Maliki (primer ministro iraquí)», asegura está mujer de 35 años para quien Karama constituye la «única alternativa de los suníes de Irak de recuperar sus derechos y su dignidad».

«La triste paradoja de todo esto es que nos hemos tenido que reunir en la Región Autónoma Kurda de Irak porque un evento como éste es simplemente no factible en cualquier zona árabe del país», lamenta la candidata. Subraya que Karama luchará por una región autónoma para los suníes de Irak semejante a la kurda.

Al-Jumaili es natural de Hawija, una localidad al suroeste de Kirkuk tristemente conocida por una masacre. El miércoles se cumplirá un año del brutal asalto de las fuerzas especiales sobre un campamento de manifestantes que llevaba instalado desde diciembre de 2012.

La muerte de docenas de civiles puso fin a una campaña de protestas multitudinarias en todas las provincias sunitas, sumiendo al oeste del país en un caos inédito desde los peores años de violencia sectaria, entre 2006 y 2008.

En su informe mundial de 2014, Human Rights Watch denuncia que el Gobierno respondió a las «mayoritariamente pacíficas protestas con medidas antiterroristas draconianas». Asimismo, la prominente ONG con base en Nueva York denuncia la práctica de arrestos «arbitrarios y, a menudo masivos», así como torturas y ejecuciones sumarias a manos de las fuerzas de seguridad iraquíes.

Dibujos animados

Uno de los actores más visibles en aquellas protestas es Ghanem Alabed. Natural de Mosul, Alabed ha decidido continuar con su militancia desde Karama.

«Mosul se ha convertido en un auténtico infierno durante el último año. Los atentados con coches bomba, los secuestros, los asesinatos de líderes tribales, o de simples civiles, se suceden casi a diario», explica el activista durante un receso.

Alabed asegura que la mayoría de los atentados se producen a manos del Ejército o de milicias chiíes, y añade que los periodistas locales se han convertido en un objetivo «preferente». El Comité para la Protección de Periodistas ya apuntó a Irak como «peor país en 2013» en su lista de «asesinatos de informadores sin resolver».

«No puedo volver a Mosul, ni a Bagdad, ni a ninguna otra zona árabe de Irak porque sé que me matarán», lamenta Alabed, hoy refugiado en Erbil junto con su familia.

No en vano, su rostro es conocido en todo el país, no solo por sus múltiples comparecencias ante la prensa sino también por unos dibujos animados en los que un canal de televisión gubernamental le retrata como un líder «terrorista».

«Los americanos ya identificaban a toda la resistencia suní como `Al Qaeda' en su día y Al-Maliki sigue suscribiendo ese mensaje. La mayoría de nosotros detestamos a los grupos vinculados a Al Qaeda porque sabemos que están financiados por Irán para acabar con nuestra sociedad». La prueba, dice, es que dichos grupos raramente atentan contra chií en su localidad natal.

Precisamente, Faris Mera Hassan, líder tribal de Samarra, denuncia a GARA la ejecución del jeque Juma al-Samarrai hace unos días en su localidad natal. Hassan habla de un toque de queda en vigor así como de constantes ataques tanto del Gobierno como de grupos no identificados.

«Tenemos que librarnos de esta política que solo sirve para justificar la represión contra nuestro pueblo. Queremos volver a ser ciudadanos iraquíes de pleno derecho», asegura este espigado anciano enfundado en una chilaba azul y tocado con un turbante blanco.

«Catástrofe humanitaria»

Si bien la situación de emergencia es prácticamente extensible a todas las provincias suníes, quizás sea Faluya la localidad más castigada.

Jassim Mohamed, candidato, habla de un éxodo masivo de civiles hacia Bagdad y Erbil, huyendo de una situación en su Faluya natal que tacha de «catástrofe humanitaria»: «Las carreteras principales están cortadas y la única manera de entrar y salir es recurrir a vías secundarias, a menudo a pie. La periferia de la ciudad está bajo control de grupos armados y es difícil saber si se trata de Al Qaeda o de milicias tribales, porque la mayoría van embozados y no suelen mostrar distintivos.

Por otra parte, la aviación iraquí bombardea constantemente el centro de la ciudad», relata este candidato de 44 años al término de la conferencia.

Asegura que Karama es un proyecto «a largo plazo» ya que teme que se suspendan los próximos comicios en la mayoría de las provincias suníes de Irak.