Koldo Zelestino

Se han cerrado las heridas. Gora ezker abertzalea!

Finales de 1987, tras un periodo de acumulación de masas, de formación, de aumento electoral y militante en el conjunto de la sociedad, enfocado a desarrollar una alternativa de izquierdas y abertzale que posibilitase un nuevo escenario que nos condujese a una Euskal Herria libre y justa, se celebra el congreso de HASI, tras el cuál, se produce una fuerte división en el seno de la izquierda abertzale, se produce un cisma con unas consecuencias grandes y graves que perduraron durante años. La militancia, los simpatizantes, los amigos, las relaciones....se empezaron a resquebrajar y con ello mucho del trabajo realizado y soñado. La desconfianza, la mala leche, la incomprensión, el desconocimiento, el retiro de la palabra,...y mucho más fue lo que rodeó a un periodo duro y cruel para nuestra militancia, para nuestro proyecto y para nosotros como personas. Más de diez detenciones, 2 aplicaciones de la Ley Antiterrorista, 8 días incomunicado, golpes en el cuerpo, con listines, contra las mesas, once puntos de sutura en la cabeza, amenazas de muerte, chantaje para hacer de chivato para ellos, etc,etc...pero sin lugar a dudas el golpe más duro, el golpe más jodido que jamás había recibido fue el desenlace de ese congreso. Tras aquello eramos muchos los que de una manera u otra no podíamos y no queríamos creernos que esos que hasta hacía un mes eran nuestros compañeros, nuestros compañeros militantes, nuestros enlaces, nuestros ejemplos ante las adversidades, aquellos que habían sufrido y lo habían dado todo por este proceso de repente ya no eran lo que parecían. Pero es que al otro lado de la línea también había otra gran militancia dispuesta a trabajar y darlo todo. Pero estábamos jodidos compañeros, la baraja se había roto y en Madrid, París y algún que otro foráneo oligarca y/o español se frotaba las manos, se reía y se vanagloriaba del cariz que tomaban los acontecimientos internos en la izquierda abertzale. Txomin quedó fuera, y con él otro montón de gente. Pero fuera orgánicamente porque ideológicamente, humanamente e intelectualmente Txomin no solo estaba donde siempre sino que su postura permitió y facilitó en el futuro que hoy nos encontremos en donde nos encontramos. Después de aquel congreso hubo intentos de acercamiento y de tanteo e incluso de invitación a personas que quedaron fuera para participar nuevamente en el trabajo militante. Pero las heridas estaban muy recientes y muy abiertas. Tenía que llover!!! Y tenía que llover bastante para que todos y todas los que se quedaron fuera y los que se quedaron dentro nos diésemos cuenta que nos necesitábamos, que nos necesitamos, que este Pueblo nos necesita a todos y todas. Es posible que contar estas cosas no suene a un escrito políticamente correcto, pero efectivamente, por eso precisamente, porque la actividad nuestra no debe ser la políticamente correcta si no la políticamente adecuada, nos tenemos que mirar a los ojos, nos tenemos que identificar y nos tenemos que criticar y auto-criticar para poder avanzar. Aquel congreso fue el mayor golpe político recibido por mi, pero estoy convencido que ese mismo golpe lo recibieron miles de personas en este país; y esas circunstancias ocurridas, esos hechos ocurridos los tenemos que contar por dos razones fundamentales. Por un lado, porque los que vienen por detrás, la juventud tiene que saber y conocer lo que pasó hace 15 años, es fundamental que conozcan nuestra historia, incluso las partes más desagradables para saber hacia donde ir qué es lo que no hay que hacer. Y por otro lado, para manifestar clara y nítidamente que pese a todo lo ocurrido, Txomin Ziluaga, otros militantes, otros amigos, y la izquierda abertzale en su conjunto han sabido coger la perspectiva y la responsabilidad histórica para no solo dar un salto en positivo sino incluso para poner las bases de dar otros más en el futuro. Este domingo se celebraba el homenaje de Txomin (“Dominguín” te llamaba cariñosamente Jon Idigoras) en el Paraninfo de la UPV. Cientos de personas llenaban el auditorio, jóvenes, no tan jóvenes y otros muchos de mayor edad. Se habló de tu aportación teórica, de tu comportamiento humano, del análisis que hacías de la realidad basándote en el marxismo-leninismo y de la necesidad más que nunca de aunar fuerzas en torno al proyecto abertzale de izquierdas. Nos juntamos un montón de gentes que de una manera o de otra han pasado por diferentes organizaciones. Qué montón de siglas se podrían contabilizar detrás de todas esas personas, pero Txomin...allí estaban todos y todas; tu figura, tu compromiso y tu trayectoria les juntó, les trajo y les atrajo porque estoy convencido que todos ellos, al igual que tú, que yo, y que muchos que de una manera o de otra han estado enfrentados políticamente, hoy en día sabemos que esta es nuestra oportunidad, que esta es la buena, Txomin; que de esta cogemos el camino no para ir hasta Maltzaga como decía Telesforo, sino para ir hasta Tutera y hasta el Adour. Txomin, había empezado hablando en general, en tercera persona, pero estoy acabando hablándote a ti, (y es que hasta en un artículo enganchas...); tal vez nunca lo llegues a saber, pero seguro que ya lo intuías....en tu homenaje también llegó tu aportación; , y aunque ya estaba bastante maduro el tema, la solemnidad y la escenificación llegó en tu propio homenaje de boca de Edurne Brouard e Iñaki Ruiz de Pinedo. “Ya es hora de cerrar las viejas heridas”. Y no solo fueron claros y contundentes, sino que tras hacer la declaración al unísono, se oyeron posiblemente los aplausos más atronadores del homenaje. A ti Txomin te habría gustado haber visto esa imagen, haber oído esas palabras, y habrías sonreído con tu bigote, levantando el puño derecho mientras movías el brazo en símbolo de “aurrera!”. Y sí, es verdad, todavía tenemos que ganarnos a más gente, tenemos que acumular más, tenemos que organizar más, pero aquellas heridas de hace 15 años, aquel golpe de aquel congreso, hoy no es más que un dato para la historia. Seguiremos teniendo contradicciones, seguiremos hablando, debatiendo, pero siempre avanzando porque hemos aprendido que las cosas no son ni blancas ni negras, sino multicolores, lo mismo que el arco iris de la “Euskadi alegre y combativa”, en donde el rojo luzca brillantemente en el centro. Txomin, osasuna eta askatasuna. 

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