Nafarroa reconoce a las víctimas del Estado

En la recta final de la campaña electoral algunos medios han intentado colocar la cuestión de la violencia, el término «terrorismo» y la exigencia de condena en el centro de debate. El único objetivo es enturbiar el desarrollo de la campaña y tratar de arañar algunos votos. Es una actitud mezquina de quien olvida sistemáticamente la existencia de la violencia impune del Estado. Es una maniobra miserable de aquellos a los que poco les importa el trabajo callado que se está realizando para reconocer a todas las víctimas sin exclusiones y para construir un marco de convivencia sobre unas bases democráticas.

A pesar de las interferencias, la sociedad vasca avanza. Ayer el Gobierno de Nafarroa anunció la conclusión del primer grupo de expedientes de víctimas de la violencia estatal, en el que se reconoce a doce personas, entre las que se encuentra Mikel Zabalza, muerto en Intxaurrondo en 1985, y Mikel Arregi, concejal de Herri Batasuna en Lakuntza que fue ametrallado por la Guardia Civil en 1979. En un proceso similar en la CAV ya han sido reconocidas 362 víctimas, sin olvidar que hay más de 5.000 personas torturadas cuyos casos han sido certificados oficialmente. Estos datos dan noción del alcance real que la violencia estatal tuvo en Euskal Herria. La iniciativa Egiaren Garaia Da calificó la jornada de ayer de «día histórico». No es para menos, ya que supone el inicio del reconocimiento oficial en Nafarroa de las víctimas de la violencia ejercida por el Estado y el principio del fin de una discriminación que ya duraba demasiado tiempo. Un avance que llega tarde y que no es suficiente, pero al menos supone dar el paso de la negación a la aceptación. Este reconocimiento, asimismo, contiene la semilla de la reparación de las vulneraciones de los derechos humanos que durante años sufrieron todas esas personas por parte del Estado.

Reconocimiento y reparación son dos términos imprescindibles para evitar discriminaciones entre las víctimas. Son también un paso que sirve para establecer las bases para construir un marco de convivencia. A pesar de las injerencias, la sociedad vasca sigue avanzando.

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