UPN lleva a Nafarroa por la senda de su caja

Hace mes y medio, el Parlamento navarro devolvió al Ejecutivo su proyecto presupuestario para el presente ejercicio, lo que fue interpretado como un serio revés político y una muestra de la incapacidad de UPN para recabar apoyos suficientes. Desde la ruptura del pacto con el PSN, el Gabinete de Yolanda Barcina adolece de una precariedad que hace insostenible cualquier tarea de gobierno. Sin embargo, los mandatarios navarros han vuelto a dejar claro que no atienden a ninguna lógica institucional ni respetan el juego de equilibrios democráticos. Valiéndose de la potestad de fijar el techo de gasto, han aprobado unas directrices presupuestarias calcadas a las cuentas devueltas, sin atender a las razones que fueron expuestas en sede parlamentaria por quienes ostentan la mayoría en la Cámara y, por tanto, representan a una mayoría social.

UPN ha decidido resistir contra viento y marea, al menos hasta que la situación le sea más propicia para acudir a las urnas. Y ha tomado esa decisión aun sabiendo que está conduciendo a Nafarroa a una situación límite en lo económico y de fuerte conflictividad social. No es algo que importe mucho cuando el objetivo es impedir el cambio, por razones partidistas y por razón de estado. A este respecto, y por si el partido hegemónico de la derecha navarra mostrara síntomas de flaqueza, la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, le instó ayer a agotar la legislatura, pues la alternativa, dijo, sería «muy mala». No para los navarros, pero sí para el proyecto que representa su formación.

En Nafarroa, la voluntad de los ciudadanos pesa menos que las «sugerencias» de la presidenta de Castilla-La Mancha. De hecho, la opinión de la sociedad navarra nunca ha sido determinante en el rumbo de un herrialde que ni siquiera pudo refrendar su marco institucional y que ahora, de mano de quienes se reclaman navarristas, parece seguir la misma senda que su caja: la quiebra económica y la nadería institucional.

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