Nerea GOTI
VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES EN LA RED

Los ataques de siempre, más anónimos y rápidos en Internet

Hemos sufrido violencia; sí y mucha». Con el mensaje de la revista digital «Pikara Magazine» arrancó en la UPV un ciclo sobre la mujer en el que se abordó, de entrada, la violencia ejercida en la red. Quedó una constatación: son los ataques habituales pero más rápidamente propagados, anónimos y difíciles de eliminar. Avanzar en el empoderamiento de la mujer es la respuesta del mundo jurídico.

La primera cita del bloque temático dedicado a las mujeres que acaba de abrir la UPV-EHU, dentro del ciclo «Sareginak-Mujeres conectadas», ha reunido la experiencia de la revista digital «Pikara Magazine», acosada y violentada en la red por sus contenidos, y la de la abogada catalana Ruth Sala, especialista en delitos cibernéticos. Andrea Mumoitio, subdirectora de la web, y Lucía Martínez Odriozola, profesora de la UPV e integrante de este proyecto de periodismo con perspectiva de género, hicieron un recorrido por su vivencia desde este foro que siempre concibieron como algo abierto a la interacción con sus lectoras y lectores.

«¿Hemos sufrido violencia? Sí, mucha», expresaron de forma tajante, antes de desgranar los casos que han vivido y conocido, desde su apoyo a la periodista gallega de la COPE despedida por ser lesbiana, hasta el caso de Alicia Murillo, literalmente abrasada en la red por los contenidos de su trabajo en la red. El acoso llegó a ser tan «brutal», que llegaron a publicar su dirección, teléfono móvil y otros datos de su vida privada. «Tú no sabes quienes son, pero ellos sí saben quién eres tú», recordaron, sobre una violencia que en esencia es la misma porque reproduce los valores del sistema patriarcal, pero que tiene características propias del medio en el que se mueve. A ese respecto, destacaron la rápida propagación que facilita la red, lo difícil de hacer desaparecer esos ataques y, sobre todo, la impunidad que el anonimato da a los agresores. Hay otra característica de la que dotaron a sus acosadores, «son extraordinariamente activos», señalaron, en alusión a foros eminentemente masculinos relacionados con el mundo del automóvil.

Agresión y censura

«Otra cosa que nos pasa en Internet es que nos censuran», explicaron Martínez y Mumoitio, en referencia al bloqueo de su muro de Facebook, donde se relacionan con 17.0000 personas. ¿Por qué? Por cuestiones tan inimaginables como por mostrar a una mujer desnuda cuya imagen no se corresponde a los cánones de belleza establecidos, o por colgar la imagen de una medusa con penes.

«Han ido incluso más allá», explicó Martínez Odriozola, al citar la censura que sufrió la ilustración que acompañaba un artículo en su publicación sobre mujeres a lo largo de la historia que reproduce un cuadro del siglo XVII. «Ese cuadro ha sobrevivido hasta el siglo XXI, está en un museo, pero solo duró en Facebook una mañana», lamentaron las responsables de Pikara, destacando que no se trata de un hecho aislado que ocurre solamente en Facebook. «En Google Plus duramos 12 minutos», agregaron.

También dieron cuenta de las «perlas» que encuentran en los comentarios a sus artículos, así como de los insultos que reciben, tachándolas de «feminazis» o «lesbianas». «Quienes luchamos por los derechos humanos somos feminazis, y los que pretenden el predominio del hombre son honrosos padres de familia que pagan impuestos algunas veces», reflexionaron, al hilo de las acusaciones y vejaciones que reciben quienes luchan por la igualdad.

Las explicaciones sobre el tratamiento jurídico de la violencia contra las mujeres en Internet llegaron a partir de la experiencia de Ruth Sala en los juzgados. Abogada catalana especializada en delitos cibernéticos, lanzó varios mensajes a partir de sus vivencias. Contó, entre otras cuestiones, que para defender a las víctimas ha tenido que introducirse en el mundo de los hackers, de quienes destacó que «son supercreativos en la oscuridad». Advirtió, además, que el efecto sicológico del asedio en las redes perdura en el tiempo en forma de trastorno emocional y que puede terminar en suicidio.

En su opinión, otro gran problema es la lentitud de la justicia. «Desde que se registra la denuncia hasta que se celebra un juicio rápido pueden pasar entre 7 u 8 meses, y en ese tiempo ocurre de todo», subrayó, para indicar que «hay pocas condenas porque para la mujer es muy difícil de soportar».

Sala, que alabó la profesionalidad del equipo de la Ertzaintza dedicado a los delitos informáticos, animó a las internautas a que denuncien los ataques en la red cuantas veces aparezcan, si bien puso el acento en la necesidad de ciertas herramientas como avanzar en el empoderamiento de las mujeres y en la creación de redes para enfrentar esa violencia en la red.