Gotzon ARANBURU
ESA

Embalse de Esa

Los números no engañan: de 488 hectómetros cúbicos a 1.525. Es lo que aumentará en volumen el embalse de Esa cuando se completen las obras de recrecimiento que se llevan a cabo actualmente y que provocan preocupación y temor aguas abajo, concretamente en la localidad de Zangoza. Mientras la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) defiende la idoneidad del proyecto, plataformas ciudadanas navarras y aragonesas se oponen al mismo, apoyadas en informes críticos de varios geólogos.

Vista de la presa de Esa y de las obras de recrecimiento. (Gotzon ARANBURU)
Vista de la presa de Esa y de las obras de recrecimiento. (Gotzon ARANBURU)

Hemos citado dos cifras, pero hay más. Según la propia Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), el cuerpo de la presa de Esa pasaría de los 480.000 metros cúbicos actuales a 4.010.000, mientras que altura aumentaría de los 78 metros actuales a 117. Como es sabido, el embalse de Esa ocupa territorio aragonés en su mayor parte, pero el muro de cierre está en Nafarroa, y los siguientes kilómetros del río Aragón transcurren por tierras navarras, a las que afectaría de lleno un hipotético accidente.

¿Por qué se recrece el embalse? Esta cuestión está íntimamente ligada al cacareado trasvase del Ebro al Levante español. De hecho, esos mil hectómetros cúbicos suplementarios previstos para Esa coinciden casi exactamente con el volumen previsto para el trasvase. Sin embargo, formalmente se indica que el objetivo es consolidar zonas de cultivo regables, como Bardenas y Cinco Villas de Aragón, así como proporcionar agua de boca a la ciudad de Zaragoza y mejorar la función de laminación de avenidas, esto es, regular el flujo de agua río abajo para que no provoque inundaciones.

Sin embargo, las plataformas que se oponen al recrecimiento presentan contraargumentos de peso. En cuanto a la función de regadío, Iker Aramendia, de la asociación Yesa + No de Nafarroa, explica que «es sabido que no les van a dejar aumentar en 48.000 hectáreas la zona regable de Cinco Villas. El Plan de Riegos del Gobierno español prevé un máximo de 6.000 hectáreas, con lo que ese argumento cae por su peso. En cuanto a la laminación de avenidas, basta con ver lo que ha sucedido este año para ver que tal función ya la realiza muy bien el actual embalse. Y en tercer lugar, lo que es vergonzoso es que insistan en el tema del agua de boca para Zaragoza: el embalse de La Loteta, cerca de la ciudad, ya proporciona esa agua. El verdadero objetivo de la CHE con el recrecimiento es el trasvase del Ebro, eso lo tenemos claro».

De cualquier forma, la cuestión que se ha puesto sobre la mesa últimamente es la de la seguridad, sobre todo a raíz de las declaraciones de Antonio Casas, geólogo y profesor universitario en Zaragoza, y Antonio Aretxabala, también geólogo y profesor en la Universidad de Navarra. Ambos, pero especialmente el primero, han puesto de relieve que las obras de recrecimiento del embalse pueden provocar situaciones de peligro, tanto en forma de desplazamientos de las laderas como de levantamiento del terreno. Casas, en una intervención ante las Cortes de Aragón, mencionó la necesidad de diseñar un plan de evacuación de las localidades aguas abajo de Esa, mientras que Aretxabala, en un reciente artículo de prensa, indica textualmente que «la inestabilidad y el riesgo son reales» y recuerda que «en los últimos meses, la ladera derecha, que sustenta dos urbanizaciones, se ha movido unos veinte centímetros».

Urbanizaciones desalojadas

Las urbanizaciones que indica Aretxabala ya han sido desalojadas y bloqueada con un barrera la carretera que conduce a las mismas. Según el geólogo, desde el momento mismo de construcción de la presa, obra del arquitecto irunés René Petit, «desde 1930 las inestabilidades siempre las ha provocado el ser humano. Esta vez no ha sido distinto. En la base de esas urbanizaciones para acoger las nuevas obras de recrecimiento se han excavado más de trescientos metros. Como siempre, después de ese descalce toda la ladera ha decidido moverse». Históricamente, ha sido la ladera izquierda la que más problemas de deslizamientos ha presentado, generalmente registrados en época de fuertes lluvias o nevadas. Desde que comenzaron las obras de recrecimiento en 2012, grietas, deslizamientos y derrumbes se han sucedido en ambas laderas.

También Iker Aramendia considera que el recrecimiento, contra lo que asegura la CHE, no aumentará la seguridad del embalse sino que la disminuirá. «Nadie tiene una bola de cristal y no podemos prever el futuro, ni a un día ni a diez años, pero en base a los informes técnicos consideramos que con el recrecimiento y el llenado del nuevo pantano los peligros de deslizamiento y de colapso de la presa».

La CHE ya ha instalado sirenas de alarma en distintos puntos del valle, como los pueblos de Esa y Zangoza, y también ha llevado a cabo reuniones con alcaldes de la zona para explicarles qué planes de emergencia está preparando, pero siempre después de que surgiera la alarma en las poblaciones tras el aviso de los citados geólogos y las plataformas opositoras, quienes, por cierto, se limitan a hacerse eco de lo recogido en los informes de la CHE.

¿A quién beneficia, económicamente hablando, el proyecto de recrecimiento del embalse? Fundamentalmente, a las empresas concesionarias de las obras, entre las que destacan Ferrovial y FCC. Cabe destacar que el presupuesto del recrecimiento ha pasado de un montante inicial de 113 millones de euros a los 376 millones actuales. Iker Aramendia va más allá y señala recientes modificaciones legislativas que pueden tener relación con la cuestión: «Acaban de cambiar la Ley de Costas del Estado español y ya no está prohibido edificar en los primeros cien metros de litoral, sino solo en los primeros veinte. Es evidente que esos 80 metros nuevos edificables son un bocado muy sabroso para muchas empresas, sobre todo en Levante. Y haría falta mucha agua…»