Ainhoa Güemes eta Zaloa Basabe Blog
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El enconado debate sobre feminismo islámico

 

(Parte I)

Natalia Gardeazabal, licenciada en historia y profesora en el instituto Urbi de Basauri

Demasiado a menudo, terribles noticias sobre la situación de las mujeres y las niñas en determinados países musulmanes golpean nuestras adormecidas conciencias occidentales. La prensa se hizo eco del envenenamiento de decenas de escolares afganas1, para quienes el derecho a la educación no es más que una quimera y cuyas vidas tienen muy pocos visos de poder ser vividas con la mínima dignidad. Un año después del estallido de la denominada “Primavera árabe” los ataques sexuales a mujeres en la plaza Tahrir, el sitio más representativo de la revolución egipcia, se repiten en cada manifestación, como vienen denunciando numerosos organismos desde dentro y fuera del país2.

Incluso después de la caída del dictador Mubarak, el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas ha seguido gobernando al amparo del “poder extraordinario", respondiendo al proceso revolucionario con detenciones, torturas, palizas y asesinatos e intentando abortar cualquier intento de cambio real en la opresora y corrupta estructura del Estado3. Pero lo dramático es que parece que no es exclusivamente el ejército quien ejerce esta violencia patriarcal sobre las mujeres4 y seguramente, no serán precisamente los Hermanos Musulmanes los que garanticen el desmantelamiento de las estructuras patriarcales opresoras de sus derechos.

 

Un par de conceptos a tener en cuenta: Feminismo y Multiculturalismo

¿Cual sería el mejor camino para llevar a cabo políticas que garanticen la igualdad de derechos de las mujeres en los Estados islámicos y en otras comunidades musulmanas? Mi respuesta a esta pregunta es el feminismo, entendido como herramienta política e intelectual necesaria para luchar contra las desigualdades de género.

La historia del feminismo es precisamente la historia del rechazo de la construcción jerárquica de la relación entre varón y mujer en sus contextos específicos y del intento de desplazar o invertir su vigencia. Las feministas han encontrado una voz teórica propia dentro de un profundo debate epistemológico, entre quienes afirman la transparencia de los hechos frente a quienes insisten en que toda realidad se interpreta o se construye; entre quienes defienden y quienes cuestionan que el ser humano es el dueño racional de su propio destino, junto a la crítica de la ciencia desarrollada por las humanidades y la del empirismo y el humanismo realizada por los post-estructuralistas5.

Dentro de ese espacio de debate se debe formular el género como categoría analítica. El género es un concepto inherentemente histórico, ya que es producto de la cultura humana, es una construcción social, se trata de la forma de referirse a la organización social de las relaciones entre los sexos, como lo define Joan Scott en su artículo “el género: una categoría útil para el análisis histórico”6

Dicho esto, me gustaría aclarar que, evidentemente, el sujeto “mujer árabe” carece de valor para el análisis y su uso resultaría tan absurdo e inoperativo como el de “mujer europea”, a tenor de las enormes diferencias que existen entre las distintas mujeres que pueblan sus geografías.

Quiero así alejarme de una presunción en mi opinión muy arraigada en Occidente, como es el carácter inmutable del paradigma patriarcal en la estructura social de los países árabes, interpretado a la luz del supuesto determinismo religioso que coarta cualquier intento de evolución o progreso. Al mismo tiempo, me gustaría recalcar mi rechazo a la postura estereotipada y prejuiciada que hace tabla rasa de los múltiples matices de la tradición cultural árabe y musulmana y de la relación de ésta con la modernidad, por muy frustrante que a menudo parezca. Este será uno de los aspectos fundamentales a desarrollar en este artículo, labor para la que tomaré como base a Celia Amorós y su búsqueda de “vetas de Ilustración”7.

Intentaré huir de interpretaciones sesgadas y esencialistas manteniendo la perspectiva de que el ámbito árabe y musulmán lejos de representar un todo homogéneo que actúa por pautas inherentes a su religión y cultura, es multiforme, diverso y poliédrico, con evoluciones y transformaciones donde los factores políticos, económicos y sociales interactúan con la cultura y la religión8.

La Biblioteca del Islam Contemporáneo, por ejemplo, lleva desarrollando un notorio e interesantísimo trabajo para tender puentes hacia el mundo en transformación que es el universo musulmán, dando a conocer en castellano obras de estudiosos centradas en aspectos sociopolíticos del islam actual. Cuando Sophie Bessis y Gema Martín Muñoz se preguntan ¿En qué situación se encuentran las mujeres en el mundo árabe?9 más allá de estereotipos y prejuicios y lejos de la mirada esencialista que considera el mundo árabe como un todo, efectúan un análisis científico desde la demografía, la estadística, la antropología o la sociología, un análisis que nos habla de profundos procesos de transformación que están alterando-a ritmo muy diverso, sí, con formas y resultados muy contrastados y con innegables contradicciones según los países y regiones- los paradigmas tradicionales y patriarcales.

A pesar de lo dicho, considero evidente que la religión, en su versión más fundamentalista, con sus dosis de oportunismo y mala fe, es la que más réditos saca de las múltiples opresiones a las que Occidente somete a los países árabes y musulmanes, con la connivencia de sus corruptos regímenes. El corolario que sigue es ciertamente desalentador, porque a más fundamentalismo, más opresión para las mujeres.

Considero necesario también reflexionar un momento sobre el multiculturalismo, controvertido y polémico término profusamente utilizado en nuestras sociedades globalizadas, no siempre con el mismo sentido y no siempre con las mismas buenas intenciones.

Wassyla Tamzali10, feminista argelina, nos advierte desde Francia y no sin cierto tono de perplejidad, como, de todas las cuestiones que se debaten hoy en día en el diálogo de las culturas- las inquietantes profecías del choque de civilizaciones de Huntington son otra cosa-, el de las “mujeres musulmanas” es el que más se repite, hasta llegar a convertirse en el símbolo de la relación entre los mundos occidental y musulmán, suscitando controversias que alimentan una actualidad compuesta por imágenes violentas y opiniones paradójicas. Nos avisa, sobre todo, de una tendencia preocupantemente extendida entre intelectuales y militantes de izquierda, fascinados por el multiculturalismo, en su deriva diferencialista11.

Me gustaría dedicar unas líneas a este asunto. Numerosos artículos y libros ahondan en este debate y múltiples y contrapuestos puntos de vista lo jalonan. Quiero dejar claro cuál es el mío. Comparto la opinión de Miriam Lee Kaprov, antropóloga norteamericana, cuando dice que “el multiculturalismo esencializa la cultura mediante su reducción a entidades claramente delimitadas y simples que son la quintaesencia de la homogeneidad, la estabilidad e incluso la armonía”. Además, tales construcciones no son sólo conceptualmente confusas, sino además dañinas, porque el esencialismo promueve un tipo de racismo encubierto, “racismo elegante” en palabras de la autora12. El multiculturalismo sería criticado así como una especie de “racismo sin razas”, centrado en el rechazo de las “otredades” ante las que las sociedades contemporáneas han establecido mecanismos de control y vigilancia más sutiles que las medidas disciplinarias y correctivas del pasado.

Ayaan Hirsi Ali, ex-diputada de origen somalí del parlamento holandés y guionista de Submission13, ferozmente demonizada por apóstoles del multiculturalismo como Ian Buruma y Timothy Garton Ash14, es tajante al afirmar que “el colonialismo y la esclavitud han generado un sentimiento de culpabilidad en occidente que conduce a la adulación de tradiciones extranjeras. Se trata de una actitud no sólo perezosa, sino racista”.

Esta perspectiva monolítica o estática de las culturas, que señala sólo sus aspectos limitados y rígidos, en lugar de considerarlas realidades híbridas, cambiantes y flexibles, opera un reduccionismo propio de autores como Huntington. En las antípodas de este pensamiento, un autor como Slavoj Zizek interpreta el multiculturalismo como una suerte de ideología del capitalismo global, una especie de facilitador de la globalización del capital, que repite el mismo esquema relacional que los viejos imperios coloniales decimonónicos imponían entre la metrópoli y sus colonias. En dichos planteamientos la metrópoli colonizadora trataba al pueblo colonizado como “nativos”, cuya cultura debería ser estudiada y “respetada” cuidadosamente. Para Zizek “el poder colonizador no proviene más del Estado-Nación, sino que surge directamente de las empresas globales”15.

Por otro lado, el gran erudito palestino-americano Edward Said nos invita a no temer los debates sobre el multiculturalismo y a “recordar que los relatos de emancipación e ilustración son historias de integración, no de separación, historias de pueblos excluidos del grupo principal que ahora están luchando por un lugar dentro de él”16.

Desde los planteamientos neomarxistas, a los que Said se encuentra cercano, se entiende que el multiculturalismo, bajo una aparente “defensa” de la diversidad y promoción del “pluralismo” enmascara una poderosa forma “indirecta” u oblicua de racismo, puesto que no procede a confrontar los valores de la cultura occidental-europea o cualquier otra con las otras culturas, sino que se mantiene en una especie de posición neutral. Desde esta posición en las alturas se pueden contemplar las otras, pero da la impresión que el pretendido respeto por la cultura del otro parece más una afirmación de la superioridad propia.

Me parece importante profundizar en estas ideas porque se sitúan precisamente en el eje de la crítica que el “feminismo islámico” hace del “feminismo occidental” al considerarlo como un apéndice del colonialismo eurocéntrico ( sin explicar, por cierto, a qué se refieren cuando hablan de “feminismo occidental”) y al llegar incluso a caracterizarlo como agresivo y supremacista, si no etnocéntrico e islamófobo. ¿No será que están cayendo en la misma trampa “occidentalista” que Said analizara en Orientalismo donde criticaba que Occidente juzga desde el recelo, la percepción asimétrica y estereotipada, sin analizar y haciendo tabla rasa de la multiplicidad de matices de las distintas tradiciones culturales, filosóficas, políticas, sociales y estableciendo categorías de validez universal, ahistóricas? Más adelante volveré a ello.

Las innegables situaciones de discriminación de las poblaciones migrantes y el racismo pertinaz que rezuman nuestras sociedades occidentales pretenden ser yuguladas con una hermosa y noble idea: la tolerancia17. Pero, como crudamente expone Wassyla Tamzali “recurrir intempestivamente a la tolerancia no basta para contestar a la cuestión de la convivencia. La tolerancia a la francesa se ha convertido en un avatar del relativismo cultural”. Y ahí es dónde pone el dedo en la llaga: “¿Qué hay de la igualdad de género en relación con la tolerancia?” se pregunta Tamzali. Ilustra la cuestión con un ejemplo revelador; en la gran cumbre sobre las discriminaciones celebrada en París en 2008, auspiciada por la Unión Europea, en los folletos informativos distribuidos durante la conferencia se representó la “diversidad” europea mediante una mujer con velo. Se lamenta de que las mujeres y los hombres de los países árabes que luchan por la igualdad sin restricciones habían sido borrados del paisaje político porque “nos habíamos vuelto molestas en la gran fiesta de la reconciliación de las culturas a la que con regularidad nos invitaban los estrategas políticos que pretendían construir un mundo nuevo”.

Su afán estriba en promover un debate a nivel global, porque más que una guerra de las culturas, estamos ante un mundo que ha permanecido sumido en lo sagrado y un mundo que ha salido de lo religioso. “Ser una feminista laica, musulmana y librepensadora significa estar situada exactamente en el epicentro de ese choque tectónico”, concluye la pensadora argelina.

Para que el diálogo intercultural sea eficaz y legítimo se deben de dar situaciones simétricas, en palabras de Celia Amorós, “en cuanto a la disponibilidad para interpelar y para ser interpelado”, y esto sólo es posible si se dan “actitudes críticas y reflexivas por ambas partes: desde un multiculturalismo no crítico sólo cabe el atrincheramiento de cada cultura en sus parámetros presuntamente inconmensurables de forma radical con los de las demás culturas”18

Para salir de este embrollo me gustaría utilizar una frase de Rosa Luxemburgo, quien abogó por un mundo donde seamos “socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres”, evidenciando que el feminismo es, como he intentado explicar antes, una ideología emancipadora que no sólo defiende los intereses de las mujeres a lo largo del mundo sino los de todas y cada una de las personas en su carácter multidimensional. Porque si por algo tiene validez el pensamiento feminista es por su capacidad para renovar el contenido del universalismo.

 

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1 Periódico La Jornada, Lunes 28 de mayo de 2012

2 http://www.egyptindependent.com/news/anti-sexual-harassment-protest-harassed-news-

3 Esta frase estaba escrita antes del “golpe de Estado blando” del Ejército egipcio. La urgencia de los acontecimientos nos obliga a mantenernos alerta casi día a día, pues apenas podemos prever con que noticia desayunaremos que corrobore o eche al traste el discurso previo.

http://internacional.elpais.com/internacional/2012/06/15/actualidad/1339742695_738408.html

4 http://www.wluml.org/news/egypt-women-refuse-be-silenced-assaults

5 El dictum de Adrianne Rich, según el cual “la objetividad es el nombre que los hombres han puesto a su propia subjetividad masculina” resume la crítica al objetivismo científico de la que ha participado y con la que ha colaborado entusiastamente la epistemología feminista.

6 El género; la construcción cultural de la diferencia sexual. Marta Lamas (compiladora) UNAM, México 1996

7 Celia Amorós, Vetas de Ilustración, reflexiones sobre feminismo e Islam, ediciones Cátedra, Madrid, 2009

8 Es interesante al respecto el propio título del trabajo de Nazanín Amirian y Martha Zein El islam sin velo. Un acercamiento serio y riguroso a la cara más desconocida del mundo islámico.Ed. Planeta, Barcelona, 2009

9 Sophie Bessis y Gema Martín Muñoz (coords.) Mujer y familia en las sociedades árabes actuales, ediciones Bellaterra, Madrid, 2010

10 Wassyla Tamzali, Carta de una mujer indignada.Desde el Magreb a Europa, Editorial Cátedra, Madrid, 2011

11 Un ejemplo muy reciente que puede servir para ejemplificar esta afirmación es el caso de una madre británica que acusó a la escuela de su hija de “racista” por enviarle una carta en hindi en lugar de en inglés, idioma que evidentemente domina a la perfección, al igual que sus hijos, todos ellos nacidos en el Reino Unido. El motivo: su nombre oriental, pakistaní concretamente.

12 Miriam Lee Kaprin, Antropología, racismo elegante y multiculturalism http://ruc.udc.es/dspace/bitstream/2183/9500/1/CC_23_art_10.pdf

13 Cortometraje del director holandés Theo Van Gogh, quien fue asesinado en 2004 precisamente como consecuencia de dicha obra. Se trata de una serie de breves monólogos de una mujer musulmana y devota (cubierta de los pies a la cabeza con unas ropas negras transparentes) que, mirando a la cámara con expresión suplicante, relata su experiencia cotidiana, sometida la sumisión y al maltrato físico de varones musulmanes, incluido el relato de la violación por parte de su tío con la anuencia de sus padres. Mientras trascurre el monólogo, van apareciendo cuerpos de mujeres golpeados y tatuados con versículos del Corán, como metáfora del impacto físico que la doctrina islámica supone para las mujeres.

14 Pascal Bruckner, Enlightenment fundamentalism or racism of the anti-racists?, January 2007

15 Slavoj Zizek, La revolución blanda

16 Edward W. Said, Cultura e imperialismo, Editorial Anagrama, Barcelona 1996 p. 32

17 Herbert Marcuse dedicó un profundo análisis a la tolerancia en su artículo “Tolerancia represiva” www.ilustracioncritica.com/toleranciarepresiva.html

 

>> otros links para seguir el debate:

http://www.pikaramagazine.com/2013/03/feminismos-jerarquias-y-contradicciones/

http://www.naiz.info/eu/iritzia/articulos/burka

http://www.naiz.info/eu/actualidad/noticia/20130308/la-visibilidad-de-las-mujeres

http://www.naiz.info/eu/blogs/txindata/posts/azpikoa

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