Agustín GOIKOETXEA BILBO

La planta de TMB dejará de gestionar las basuras de pueblos tras su desinfección

Dos meses tardará la empresa Tragsa en desinfectar la planta de Tratamiento Mecánico Biológico (TMB) para erradicar la bacteria Coxiella Burnetti. El diputado vizcaino de Medio Ambiente reconoció ayer implícitamente que los controles no fueron los adecuados para evitar la contaminación y riesgos para los trabajadores. Las basuras de núcleos rurales de Bizkaia dejarán de tratarse en Arraitz tras el incidente.

La gestión de los residuos en Bizkaia ha dejado de ser tan brillante como la publicitan los responsables forales después de que los trabajadores de la planta de Tratamiento Mecánico Biológico (TMB) se vieran afectados por un brote de ``fiebre Q'' producida por la bacteria Coxiella Burnetti, que habitualmente se encuentra en ganado bovino, ovino y caprino. El responsable de Medio Ambiente, Iosu Madariaga, anunció ayer en Juntas Generales que al reiniciarse la actividad -paralizada desde el 9 de abril- los residuos procedentes de plantas de transferencia que se corresponden con las zonas más rurales dejarán de tratarse en Arraitz e irán directamente a la incineradora.

La TMB procesará solo basuras de áreas urbanas, de modo que, según Madariaga, se reducirá el número de «restos impropios» que llegan, que situó entre 10 y 15% cuando en Alemania son del 0,5%. El diseño alemán no sirve para Bizkaia, donde se depositan en los contenedores residuos que no debieran, poniendo como ejemplos animales y bombonas.

Por ello, la institución foral estudiará alguna nueva campaña de sensibilización ciudadana para que se cumpla la normativa en cuanto a separación de residuos y dejen de arrojarse a los contenedores algunas basuras y materiales. El diputado recordó que el origen de la contaminación puede estar «en cabezas y pieles de cordero», aunque las autoridades no son capaces de determinar la trazabilidad.

La supuesta cautela se quedó a un lado al hablar de sospechas y decir, sin añadir más datos, que «empecemos a pensar quién consume esos animales -en referencia a corderos- y los mata fuera del circuito de la legalidad». Madariaga llegó a decir que los trabajadores y la sociedad en general «han sido víctimas de una actitud ilegal e incontrolada» que definió como «atentado contra la salud pública que ha derivado en un problema de salud laboral».

«Descoordinación»

EH Bildu y PSE fueron críticos con el modo en que se ha gestionado el incidente y la falta de transparencia. El soberanista Asier Vega calificó de «inexplicable» que no hubiera un protocolo adecuado para intervenir y que se obligase a los operarios de la planta a efectuar labores de limpieza para las que no estaban capacitados y representantes sindicales denunciaron.

El portavoz del PSE, Iñaki Egaña, habló de «desconcierto» en algunas informaciones transmitidas desde la Diputación, que situaron el foco de la contaminación en Berriatua y que luego desmintieron.

Criticó que la sociedad foral Garbiker hubiera puesto por encima de la seguridad otros intereses, en referencia a la celeridad con la que se trató de que los propios trabajadores de la planta de TMB actuasen, sin la preparación y materiales adecuados. Egaña insistió en la improvisación en materia de prevención de riesgos laborales, lo que Madariaga negó.

El PNV arremete contra la labor de control de Zabalgarbi

La labor de control que efectúan EH Bildu, Ekologistak Martxan y profesores de la UPV-EHU «aburre» al diputado vizcaino de Medio Ambiente, el jeltzale Iosu Madariaga, que ayer en Juntas Generales trató de desacreditarla, al tiempo que su partido aprovechaba para arremeter contra la gestión de los residuos «estalinista« que lleva adelante la coalición en Gipuzkoa.

Todo partió de la exigencia de EH Bildu para que Madariaga aclarase aspectos del informe de ecologistas y profesores universitarios sobre la superación en cuatro ocasiones de los límites de emisiones de contaminantes de la incineradora, la gestión de los residuos peligrosos que genera y la controvertida eficiencia energética en 2012. El responsable foral avaló las labores de control que efectúa Lakua y la propia compañía, negando que hubiese riesgo para la salud.

El soberanista Asier Vega puso en duda que se vigile adecuadamente la planta y recordó que las primas especiales que recibe por generación de energía -de 18 millones de euros anuales- logran hacer rentable económicamente la incineradora. También desveló que en 2013 durante 132 días no pudo vender la electricidad.

A Madariaga no le gustó la labor de fiscalización y aprovechó para arremeter con la filiación sindical de algunos de los profesores. Además, negó que Bizkaia no alcance los porcentajes de reciclaje efectivo, que le rebatieron desde Ekologistak Martxan. A.G.