Adel ZAANUN

Gaza es un vertedero a cielo abierto por el cierre de la frontera por Egipto

Sometida a un bloqueo total por parte de Israel desde 2006, Gaza ha quedado totalmente aislada desde el golpe de Estado de julio en El Cairo. El cierre de los túneles por parte del Ejército egipcio le ha dejado sin carburante. Tras la clausura de la única central eléctrica y de una depuradora de agua, los camiones de basura no funcionan y la recogida se hace con carros tirados por burros. Gaza se ha convertido en un gran vertedero de basura y de aguas residuales.

Un niño de diez años, Alaa, conduce su carro tirado por un burro entre las basuras que se amontonan en las calles de Gaza. La Franja se ha visto forzada a volver al transporte de tracción animal para suplir los vehículos de recogida inmobilizados por la falta de carburante.

Su padre, Mahmud Abu Jabal, se alegra de que «sin esta falta de combustible, no tendríamos esta oportunidad. Nos pagan 700 shekels (140 euros) al mes y no basta para cubrir nuestras necesidades, pero es mejor que nada», reconoce, aunque añade que «debo alimentar a mis 12 hijos y al burro».

La ONU ha alertado de las consecuencias del corte del tráfico de carburante egipcio por los túneles bajo la frontera. El flujo ha pasado de un millón de litros diarios en junio, antes del golpe de Estado en El Cairo, a 10.000-20.000 por semana.

Esta penuria, vinculada directamente a la decisión del Gobierno golpista egipcio de ahogar a la población de Gaza, ha tenido como consecuencia el cierre el pasado 1 de noviembre de la única central eléctrica de la Franja, donde los cortes de luz son de 16 horas diarias.

La ONU advierte de que la falta de electricidad afecta directamente al agua y a la higiene. Una de las principales estaciones de tratamiento de agua de Gaza dejó de funcionar el 13 de noviembre y más de 35.000 metros cúbicos de aguas residuales se han desbordado en las calles de un barrio de la capital.

Nubes de moscas

El ministro de Municipalidades del Gobierno de Gaza, ejercido por la formación islamista Hamas, anunció el pasado domingo el cierre, por falta de carburante, del servicio de vehículos de basuras, que recogía 1.700 toneladas diarias.

El Gobierno ha retenido una parte del salario de los funcionarios para «emplear a 430 vehículos de tracción animal», señaló en rueda de prensa en un vertedero público cerca de un estadio de la ciudad, desde donde alertó del riesgo sanitario de esta situación.

El director general de Salud y Medio Ambiente de Gaza, Abderrahim Abu al-Qumbaz, alertó de que «cientos de miles de toneladas de desechos se amontonan en las calles de Gaza, atrayendo a nubes de moscas como nunca se ha visto».

La ONU ha advertido de que otras estaciones de bombeo de agua en funcionamiento en el norte y en el centro de la Franja corren el riesgo de cerrar, agravando aún más la crítica situación de los gazatíes.

Por si esto fuera poco, el bloqueo israelí, que afecta al aprovisionamiento en piezas de recambio de materiales de construcción amenaza la capacidad de los ayuntamientos de poner a punto los generadores, cada vez más solicitados desde el cierre de las centrales.

«Estamos hasta arriba de trabajo, pero hay que sobrevivir», suspira Mohammad Taramsa, un refugiado palestino del campo de Chati que alimenta a su burro con las legumbres que encuentra entre la basura.

Israel advierte con un posible nuevo ataque a la castigada Franja

Con motivo del olvidado primer aniversario de la última agresión israelí contra Gaza, Israel ha advertido de que podría volver a atacar nuevamente a la Franja en cualquier momento.

Entre el 14 de noviembre de 2012, cuando Israel mató en un bombardeo al jefe de operaciones del brazo armado de Hamas Ahmad Jaabari y el 21 de noviembre (cuando el derrocado presidente egipcio Mohamed Morsi logró una tregua), el Ejército sionista castigó desde aire, tierra y mar a los gazatíes, matando a 170, la mayoría civiles. Los cohetes palestinos de represalia mataron a 6 israelíes.

Durante una reciente inspección de la división Gaza del Ejército israelí, el primer ministro, Benjamin Netanyahu, se vanaglorió de que un año después de la operación «Pilar Defensivo», «hemos logrado un nivel significativo de disuasión», citando un descenso del 98% en los lanzamientos de cohetes palestinos contra Israel.

«Israel seguirá respetando escrupulosamente (sic) el derecho internacional, pero no se quedará con los brazos cruzados ante los terroristas», advirtió, al señalar que «Hamas y las otras organizaciones terroristas siguen armándose e intentan desarrollar la vía de los túneles».

El pasado 13 de octubre Israel descubrió un túnel de 1,3 kilómetros desde Gaza. Su construcción fue reivindicada por las Brigadas Ezzedim al-Qasam. Su demolición acabó con la vida de cuatro palestinos.

Hamas advierte de que «no queremos la guerra porque estamos en una situación crítica, pero si llega no nos quedaremos quietos». GARA