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Osakidetza quiere sindicatos verdugos

También en Osakidetza la clave se encuentra en la capacidad de organización de quienes ofrecen el servicio y de quienes lo reciben, de su capacidad de movilización

Desde 2011 Osakidetza ha destruido más de 3.000 empleos. En 2011 impuso los criterios de contratación del personal eventual sin acuerdo con ningún sindicato; organizó una OPE en la que mucha gente no superó el examen; gestiona la contratación sin poner medios para controlar su transparencia por parte de los sindicatos ni de los interesados. Osakidetza pretende ahora que los sindicatos ejerzamos de verdugos y elijamos quiénes deben dejar de trabajar. Es más, ante el desgaste público que le está suponiendo, directamente traslada a los sindicatos la responsabilidad de imponer nuevos criterios de contratación. ELA hace suya la cita de Albert Camus: «En un mundo de víctimas y verdugos, la tarea de la gente pensante debe ser no situarse en el bando de los verdugos», y no acompañaremos a Osakidetza en su nefasta gestión de personal.

Osakidetza amortizó unas 2.000 plazas en 2011, que no aparecen en ningún documento porque se trataba de «puestos de refuerzo» aunque asumían cargas de trabajo estructurales. En 2013, el actual Gobierno Vasco aumentó la jornada laboral a 1.614,5 horas. Está decisión ha supuesto la destrucción de más de 1.000 empleos. Además, desde 2011 Osakidetza sustituye la plantilla habitual únicamente en situaciones excepcionales. Estas decisiones han tenido un impacto brutal en las cargas de trabajo y en la calidad asistencial que ofrece Osakidetza, y ha provocado un enorme aumento del desempleo en el ámbito sanitario vasco y que la aspiración de lograr un trabajo, incluso eventual, sea residual. De ahí que la posición en las listas de contratación eventual haya cobrado tanta notoriedad.

Ese mismo 2011 Osakidetza impuso unos criterios de contratación eventual carentes de cualquier herramienta de control real. Pero, en cualquier caso, las personas que tomaron parte en la OPE de ese mismo año lo hicieron con unas expectativas en base a los criterios de contratación impuestos. La dificultad del examen ha llevado a que esas expectativas de contratación preferente se hayan modificado tanto para las personas aprobadas como para las suspendidas. Por ello, es normal que exista un choque de intereses entre las personas que superaron la OPE y quienes no lo hicieron.

Desde el momento en el que Osakidetza abrió la discusión sobre la modificación de los criterios de contratación, las personas afectadas por la OPE nos han hecho llegar sus situaciones personales, los problemas que pasan para poder llegar a fin de mes... y no podemos más que solidarizarnos con todas ellas. En todo caso, una vez realizada la OPE no es momento de modificar los criterios de contratación, aunque no nos gusten. La gente se presentó al examen en base a unas expectativas y no se pueden modificar después de conocer el resultado, cuando todo el mundo sabe la posición que ocupará tras el examen. Aunque la costumbre en Osakidetza haya sido otra hasta ahora, los criterios de contratación eventual deben fijarse antes de realizar la OPE, así todo el mundo conocerá las reglas del juego.

Lamentamos que los intereses contrapuestos de unos y otros desvíen la atención del problema de fondo: la política de empleo que lleva adelante Osakidetza y que ha llevado al nivel de desempleo sanitario actual. No nos encontraríamos en esta situación si Osakidetza aflorase los más de 5.000 empleos ocultos y fijase todo el empleo estructural, en vez de precarizarlo fomentando la contratación a tiempo parcial y la eventualidad estructural.

ELA va a realizar una propuesta de mejora de la calidad del empleo y creación de 5.000 puestos de trabajo, con un gasto estimado del 17% del gasto total de personal, casi coincidente con el poder adquisitivo perdido desde mayo de 2010. Es decir, con el mismo gasto, descontado el efecto del IPC, respecto a principios de 2010 podríamos crear 5.000 puestos de trabajo. Es una cuestión de pura voluntad, de elección entre fortalecer la sanidad y el servicio público o apostar por su privatización. Dentro de ese debate estamos dispuestos a discutir los criterios de contratación posteriores a la siguiente OPE tras haber analizado nuestra posición con nuestra militancia.

Sabemos que Osakidetza no va a asumir voluntariamente esta propuesta, ya que únicamente está dispuesta a discutir sobre el mantenimiento de los 25.800 puestos declarados estructurales y no le importa llegar a sacrificar los 5.000 ocultos. En todo caso, nosotros no acompañaremos al verdugo en sus sacrificios. También en Osakidetza la clave se encuentra en la capacidad de organización de quienes ofrecen el servicio y quienes lo reciben, de su capacidad de movilización. Ante la cerrazón de la administración y su falta de negociación, debemos llevar nuestra reivindicación a la calle, probablemente el espacio más democrático que nos queda en una época en la que la política trabaja al servicio de intereses privados.