Jon ORMAZABAL
FINAL DEL MANOMANISTA

Juan Martínez de Irujo adelantó su txupinazo particular una semana

Cualquiera que haya estado un 6 de julio en Iruñea ha sentido esa fuerza que se va acumulando en la capital de Euskal Herria desde primera hora de la mañana y que estalla al mediodía ,el año pasado un poco más tarde. Resistirse al desenfreno es tarea baldía, casi lo mismo que intentar frenar a Juan Martínez de Irujo cuando entra en erupción.

MARTÍNEZ DE IRUJO 22

JULEN RETEGI 9

Juan Martínez de Irujo abandonó ese Atano III que tanto le ha dado con un pañuelo rojo, con los nombres «de todos los que me aguantan todos los días y los que confiaban en que podía volver a ganar una txapela Manomanista» bordados, anudado al cuello, señal inequívoca de que el sufrimiento de estos últimos meses -años si al Manomanista nos referimos- había dado paso a ese «momentico» de euforia en el que todo lo demás queda atrás y solo importa disfrutar ese instante que puede ser irrepetible. El de Ibero, que cuenta no ha podido disfrutar de ese día especial desde que debutó en profesionales, tuvo su chupinazo particular en Donostia y bailó y saltó al son de la dulzaina, se abrazó a conocidos y anónimos y está en condiciones de repetir dentro de una semana en Iruñea, con la satisfacción de haber cumplido con creces.

La chapa del juez, que le fue favorable y le dio el primer saque, ejerció como aquel que prende el chupín y desde ese momento no hubo forma de frenar a Juan Martínez de Irujo.

Con toda la tradición y el peso de un apellido histórico, el de Eratsun se presentó en Donostia con la lección bien aprendida, con el punto débil de su rival muy bien localizado y la confianza de que lo que durante tantos años había sido efectivo podría volver a funcionar. Lo intentó, como tan bien le fue a su progenitor, intentando arrimar cada pelotazo a pared izquierda, pero fue como tratar de salir limpio de la plaza del ayuntamiento, o salir con la intención de solo dar una vueltita y retirarse pronto al catre. Imposible.

Inicio demoledor

Tras los ejercicios de impotencia de los dos últimos años ante Aimar Olaizola, el de Ibero era consciente de que la de ayer era una oportunidad irrepetible de recuperar esa txapela con la que revolucionó la mano hace diez años y no perdonó. A pesar de ese calvario con la zurda, o quizá también por ello, el Irujo actual ha conseguido dominar, al menos a veces, ese brío del joven díscolo, canalizó toda su potencia en la derecha y soltó un ataque inicial de esos a los que es imposible hacerle frente.

Lo intentó Julen Retegi, que en los primeros tantos devolvió pelotas complicadísimas y trató de apretar los dientes, pero frenar a Irujo cuando entra en erupción es imposible. Porque el de Ibero gozó todos y cada uno de los pelotazos soltados con esa derecha demoledora y su rival tuvo que responder dos y hasta tres «saques» en cada tanto. Y eso aniquila hasta al más preparado.

Negar la evolución

Tampoco le ayudó demasiado refugiarse en una idea que se confirmó equivocada para la pelota actual. Por mucho que reniegue de lo que él considera un sambenito, Julen Retegi se negó a entrar de aire al resto hasta el 10-2, justo el tanto en el que sumó su primer tanto -el 5-1 llegó en una pelota en la que su rival tocó la chapa de arriba de la pared izquierda- y eso lo mató.

Porque el material ha cambiado una barbaridad en la última década, hay quienes consideran excesivo el bote que adquirió una de las pelotas utilizadas, pero mientras nadie diga lo contrario, no hay otra que amoldarse a esta realidad a la que, por ejemplo Aimar Olaizola, sí que ha sabido adaptarse.

Tras ese inicio arrollador de un Irujo que además minimizó al máximo sus errores -solo echó una pelota arriba y una volea fuera en todo el partido, además de un resto sin complicaciones que no llevó a buena-, Julen Retegi tuvo su momento en el que pudo soñar con la remontada, pero fue un instante muy corto, el que le llevó a acercarse 10-6 gracias a un par de dejadas marca de la casa.

Sin embargo, tampoco el saque-remate del que tanto provecho sacó Irujo le fue productivo a Julen Retegi y la primera vez que lo intentó, dejó una pelota a placer a su rival que este no desaprovechó para poner en juego su pelota y aprovecharse de la tiranía de su derecha.

Y es que, soltándole a cada pelotazo, el pelotari de Ibero tuvo a su rival detrás del siete en todo momento y sin ningún despiste, pegó otro estirón en el marcador ante el que ninguno de los dos Retegis, ni Julen en la cancha ni Julián desde el banquillo encontraron solución. Porque en las pocas concesiones que Irujo concedió, a los pelotazos del de Eratsun, todos y cada uno bien direccionados y arrimados a la pared izquierda, le faltaron un par de cuadros para poder hacer daño al colorado. La zurda le bastó para defenderse y pasar a dominar en cuanto pudo conectar su diestra.

Así, en su primera gran final, a Retegi Bi le tocó ejercer de recadista, y es justo reconocer que hizo un dignísimo papel de recadista, pero ese es un oficio muy poco agradecido ante Irujo siempre que este no comience a acumular errores y ya son bastantes los años en los que el balance de tantos/errores no presenta números rojos en el caso de Martínez de Irujo.

Eso sí, el buen trabajo del aspirante dejó momentos para el recuerdo como el 15-7 que el propio Julen Retegi terminó en el txoko o la increíble forma en la que remontó una pelota desde el mismo cristal del rebote como si de un especialista de herramienta se tratara. Sin embargo, como toda su defensa durante todo el partido, resultó insuficiente para contrarrestar esa inferioridad en el golpe.

Con esa potencia, el de Ibero se caló su quinta txapela individual, con la que supera a Olaizola II, Beloki y Atano III en el palmarés de la distancia.