30 años de impunidad, 30 años de memoria

Hoy se cumple el treinta aniversario del fusilamiento premeditado y a sangre fría de cuatro militantes de los Comandos Autónomos Anticapitalistas por parte de fuerzas policiales españolas. Unos días antes, los autores del crimen habían secuestrado y torturado a la oriotarra Rosa Jimeno y le obligaron a poner una cita con sus compañeros, a quienes aguardaron emboscados en la bahía de Pasaia. Los cuerpos acribillados de los activistas fueron el reflejo elocuente de cuál era la última y única intención de los uniformados. José María Izura, Pelu, y Pedro María Isart, Pelitxo, fallecieron ametrallados nada más desembarcar; mientras que Rafael Delas, Txapas, y Dionisio Aizpuru, Kurro, fueron ejecutados cuando ya se encontraban detenidos e inermes. Cientos de proyectiles fueron usados en la matanza.

La emboscada de Pasaia causó una honda conmoción en la sociedad vasca, que de inmediato responsabilizó al Gobierno español, en manos del PSOE, de las muertes. El gobernador civil de Gipuzkoa, Julen Elgorriaga, sostuvo entonces que los disparos se produjeron en respuesta a la reacción de los militantes ante la voz de «alto» de la Policía, y el delegado del Gobierno español en la CAV, Ramón Jáuregui, criticó la petición hecha por el lehendakari Carlos Garaikoetxea a la Consejería de Interior para que abriera un investigación en torno a lo sucedido, y defendió a capa y espada la versión ofrecida por Elgorriaga. Nadie les creyó.

Aquella masacre –los cuerpos presentaban entre 21 y 36 impactos de bala– fue un crimen de Estado, y es hoy, tres décadas después, ejemplo de impunidad. Aunque el caso sigue abierto, nadie ha sido juzgado ni mucho menos condenado por aquellos hechos, y hay incluso dirigentes del PSOE, como José Bono, que relatan sin pudor en sus memorias que aquella operación fue en respuesta a la muerte de Enrique Casas. Impunidad judicial, sin embargo, no es sinónimo de olvido. Este pueblo recuerda lo que pasó, le es imposible olvidar porque tiene memoria. Una memoria real, no la amputada que algunos quieren implantar a golpe de relato. 

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